Preocupación e incertidumbre rodean a los comerciantes del centro de Neiva, apenas se comienzan a levantar de la pandemia y ahora el vandalismo los golpea drásticamente.
Carolina Argüello Cruz
Los últimos días de manifestaciones y protestas que ha vivido la ciudad han sido manchados por la delincuencia y el vandalismo afectando gravemente a diferentes sectores económicos.
Entidades bancarias y establecimientos comerciales han sido ‘blanco’ de saqueos e incineraciones descontroladas. Aunque, anteriormente se hablaba de la amenaza solamente a entidades bancarias de renombre y a supermercados de cadena, la situación actual, ha demostrado que hasta los pequeños empresarios pueden ser las víctimas.
El pasado miércoles fue Utrahuilca, la cooperativa de ahorro y crédito de origen huilense que carga en su historia de 54 años un modelo de asociatividad, la que resultó afectada.
Esa misma noche, el grupo vandálico fijó su mirada hacia el centro comercial popular Los Comuneros y su objetivo era entrar, saquear los locales y posteriormente incinerarlo.
Fue gracias a la rápida acción de los vigilantes y a la pronta llegada de la Policía impidieron que lograrán su cometido.
Sin embargo, ayer el panorama era gris para los propietarios, pues su preocupación, miedo e incertidumbre no terminó. Muchos prefirieron no abrir, de hecho, la soledad en los pasillos se siente con mayor fuerza debido a la difícil situación de orden público.
Óscar Ibagón Ibagón, consejero principal en la junta directiva de Los Comuneros; relató a LA NACIÓN que de los 1.495 locales solo permanecen ocupados aproximadamente 330. Según cuenta, no solo la pandemia los afectó sino también la falta de apoyo de los mismos neivanos.
La crisis que viene de un tiempo atrás se solidificó esta semana cuando se filtró información de que este centro comercial ubicado en plena carrera Segunda de Neiva sería un objetivo para el vandalismo.
“Se percibe mucha soledad, poca gente viene y no solo al centro comercial, sino que las calles parecen un domingo a las 4 de la tarde. Hay mucha incertidumbre. Acá viene mucha gente de pueblos como Palermo, Rivera, Campoalegre y Aipe, pero con los taponamientos ha sido imposible”.
Pese a la situación, el centro comercial seguirá brindando sus servicios a la ciudad en el horario habitual de 7 de la mañana a 7 de la noche.
“Es la oportunidad para que nos den una mano, nos colaboren visitando y comprando en el centro comercial Los Comuneros, tengan en cuenta que acá hay mucho comerciante que depende de la venta diaria de cualquiera de sus artículos”.
Otro de los afectados ha sido el centro comercial Metropolitano, el segundo más antiguo de Neiva, después de Megacentro. Su administradora, Adriana Stella David Rodríguez refirió que los arrendatarios se han afectado en la parte psicológica.
“Siento el ambiente muy tensionado pese a que Dios ha sido misericordioso y no nos ha pasado nada”.
Los cierres intempestivos y las alertas se han convertido en el día a día del comercio por cuenta de los desórdenes.
David Rodríguez, aseguró a LA NACIÓN que el pasado lunes cuando incineraron el Banco de Occidente se ‘salvó’ el Metropolitano porque el vigilante en un acto de heroísmo sacó un pañuelo blanco y rogándoles les dijo que no los afectaran porque, según ella, iban a quemar el BBVA, ubicado en el segundo piso.
“Estamos muy afectados por los cierres, tuvimos dos meses sin trabajar por la pandemia y hemos cerrado dos días por esta situación, pero los comerciantes lo prefieren antes que exponerse a perder el fruto de su esfuerzo a tantos años de trabajo”, puntualizó.
Bancos afectados
Como algo sin precedentes se ha convertido caminar por el centro de Neiva, almacenes, entidades y bancos han optado por salvaguardar sus establecimientos mediante la instalación de paneles de madera o metal para evitar daños y saqueos.
Mientras algunos bancos optan por no ofrecer sus servicios para proteger la integridad de sus funcionarios, como hizo Davivienda que solo está disponible en los centros comerciales; otros como el Banco de Bogotá, Caja Social y AV Villas laboran a media marcha y de acuerdo a la situación de orden público que se va registrando en el día a día.
Pese a todo, algunas personas prefieren no acudir a estos sitios por miedo a ser sorprendidos por los manifestantes y quedar en medio del caos.
