La Nación
Juan David Huertas Ramos
COLUMNISTAS OPINIÓN

¿Condenados a la pobreza?

El territorio colombiano, en su perspectiva económica, es un resultado de la descentralización administrativa. Es decir, la condición de pobreza y atraso de muchos territorios en Colombia son el resultado del modelo de gestión pública territorial que se contrapuso a la centralización.

Fueron muchos los argumentos que sostuvieron que la descentralización era el modelo adecuado bajo el cual deberían gestionarse los asuntos públicos territoriales y el progreso del país. Esta discusión se planteó, primeramente, entre centralistas y federalistas a lo largo del siglo XIX.

Luego, de cara a la Constituyente de 1991, la discusión revivió. En esta ocasión, los argumentos a favor de la descentralización fueron más poderosos, pues argüían que los territorios deberían ser autónomos en sus decisiones político-administrativas. En virtud de ello, los municipios y departamentos serían gobernados por locales que conocieran de primera mano los problemas que aquejaban la población, lo cual, conduciría a la inversión efectiva (eficiente y eficaz) de recursos económicos.

A la centralización se le acusó de desconocer la realidad económica y social de las entidades territoriales. Sin embargo, después de implementar un modelo de descentralización por más de treinta años, muchos municipios en Colombia son prueba irrefutable de que ésta fracasó.

El abandono del Estado es manifiesto en algunos municipios, y aunque muchos han querido  juzgar exclusivamente al nivel central de la administración pública, la responsabilidad de dicho abandono radica, principalmente, en la inacción del gobierno municipal, cuya responsabilidad está directamente relacionada con las necesidades de la población. Seguidamente, debe revisarse la responsabilidad de la administración departamental que debería asumir un liderazgo regional entre los municipios y demás entidades territoriales de su jurisdicción.

Por lo anterior, es innegable el rezago de algunos municipios en Colombia. De hecho, son muchos los que viven en el pasado a pesar de que la descentralización administrativa prometía tan solo bondades en materia de oportunidades y desarrollo para los territorios.

Cabe aclarar que las condiciones latentes de atraso de muchos municipios en Colombia son pavorosas, tanto así que la desastrosa infraestructura vial de Bogotá no puede ser objeto de envidia por estos, hecho que debiese preocupar a las autoridades municipales, pues en la agenda capitalina el esfuerzo de gestión se reduce a la banalidad de las redes sociales

En conclusión, el país debería discutir si la realidad económica de la gran mayoría de los municipios colombianos es el argumento que justifica un cambio en el esquema de la administración pública territorial, de lo contrario, seguirán condenados a la pobreza muchos municipios en Colombia.

Cabe aclarar que esto supondría una capacidad técnica de altísimo nivel de parte del gobierno central para liderar desde allí la gestión de los territorios, cosa que parece no tener lugar en la administración Petro, en la que el populismo es el estilo de gobierno. Por demás, un modelo de centralización exigiría guardar con celo la democracia de los arrebatos frenéticos de cualquiera que se crea embestido de predestinaciones autocráticas, casi faraónicas o mesiánicas, de lo contrario, la democracia y nuestras libertades estarían en peligro.