La Nación
Corporaciones autónomas sin dientes 1 19 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Corporaciones autónomas sin dientes

Gabriel Calderón Molina

Mientras los directores de las Corporaciones  Autónomas  regionales – CAR  tengan como jefes a los alcaldes  y a los representantes  de los gremios  de producción,  no podrán tomar decisiones propias. Lo anterior  lo comprueba los pobres resultados  que se están presentando en el país  con la contaminación del aire, de los ríos y del suelo.

Cuando se sustentó el proyecto de la Ley 99 de 1992, que dio vida al Ministerio de Ambiente y al Sistema  Nacional  Ambiental,  se dejó en la  exposición de motivos  una utopía que dice textualmente: “la reestructuración del sector  ambiental  y de recursos  naturales es de fundamental importancia  y debe  efectuarse  con la seriedad  científica y honestidad política”. Esto originó el gran conflicto de intereses que han tenido las CAR, al  involucrar a los  sectores  políticos y gremios en el nombramiento de directores y en  la aprobación de los  presupuestos.

En una  labor técnica, como es el seguimiento y control ambiental del territorio, lo correcto es que se produzca un  cambio en la ley desde los mismos  principios. Ante todo, el rigor  científico debe  primar sobre  otros conceptos. Dejar a la ciencia y a la academia arrinconada en este escenario, ha dejado una estela de depredación de los recursos  naturales. Es la ciencia  la llamada a encontrar  soluciones, a efectuar muestreos, analizar  resultados, proponer alternativas, realizar  modelaciones  y buscar cómo se previene el colapso  ambiental.

Las corporaciones autónomas  deben ser instituciones en las cuales se  construyan laboratorios  ambientales y se apropien recursos para estudios  avanzados,  para que  a través de ellas se  genere una nueva cultura ambiental en los  ciudadanos con la cual  se fortalezca   el sentido  de pertenencia hacia  la defensa de la naturaleza para evitar que avance  del cambio climático que  anuncian los expertos, sino no se toman medidas de inmediato.

El problema no es la gestión  que están  realizando las corporaciones. El problema  proviene de su concepción equivocada, por lo cual  es prioritario que se  modifique  su objeto y se  reestructuren  sus  funciones dotándolas de  herramientas efectivas para que cumplan  una labor que  les permita  controlar los abusos  que se cometen contra la naturaleza. Corresponde al gobierno nacional presentar  una propuesta coherente con la necesidad de proteger el medio ambiente, sobre todo  en un país  que se enorgullece  de tener  la mayor  biodiversidad  del planeta. De lo contrario las CAR seguirán siendo un foco de burocracia al servicio  de los políticos.