Víctima visible del crimen organizado en Centroamérica, el trovador argentino Facundo Cabral murió acribillado hace un año por sicarios en una concurrida calle de Guatemala. GUATEMALA, AFP Víctima visible del crimen organizado en Centroamérica, el trovador argentino Facundo Cabral murió acribillado hace un año por sicarios en una concurrida calle de Guatemala. Su asesinato destapó la operación de una red de narcotráfico, cuyas ramificaciones en la región son aún incalculables. El homicidio, por el cual están presos el presunto autor intelectual y cuatro sicarios, fue recordado este lunes con música en algunas radioemisoras de Guatemala, Nicaragua y Costa Rica, los tres países de la región a los que el crimen toca particularmente. Cabral murió cuando, tras un concierto, viajaba al aeropuerto por una vía del sur de Ciudad de Guatemala, en compañía del empresario nicaragüense Henry Fariñas, contra quien según las investigaciones iba dirigido el ataque ordenado por el costarricense Alejandro Jiménez, alias “El Palidejo”, en un ajuste de cuentas. “La investigación permitió la identificación de esta estructura criminal que planificó el atentado” y determinó los nexos entre el autor intelectual y los sicarios, señaló a la AFP un portavoz de la Fiscalía de Guatemala, la cual dio por concluida la fase de investigación y está a la espera de una audiencia para determinar la apertura del juicio. Jiménez, señalado como enlace de un cártel de México, fue detenido en abril en Colombia y enviado para enfrentar a la justicia en Guatemala, un país donde según Naciones Unidas más del 98% de los crímenes quedan impunes. Pero el proceso en Guatemala está “en suspenso”, pues dos de los acusados interpusieron recursos al dudar de la imparcialidad de la jueza que vería el caso, dijo este lunes el vocero de la Corte Suprema de Justicia, Carlos Castillo. Fariñas, quien salió ileso, pasó de ser el testigo clave del crimen a estar tras las rejas. Fue arrestado en marzo en Nicaragua y enfrentará juicio el 22 de agosto junto con varios miembros de su familia y otros detenidos, acusados de narcotráfico y lavado de dinero. “Lamentablemente tuvo que morir una figura de calidad internacional como Cabral para que viéramos la punta del iceberg de una red que tiene ramas en Centroamérica, Colombia y México, y generó un proceso de corrupción que penetró instituciones del Estado de Nicaragua”, declaró a AFP Roberto Orozco, experto en seguridad del Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas de Managua. Según investigaciones nicaragüenses a las que AFP tuvo acceso, el cártel mexicano de Los Charros, ligado al ya fracturado Familia Michoacana, estableció su red centroamericana con apoyo de “El Palidejo”, quien se habría instalado en Nicaragua en 2008 para dirigir sus operaciones, consignan los documentos de acusación. En Nicaragua, las investigaciones involucran al magistrado Julio Osuna, detenido y acusado de obtener cédulas de identidad nicaragüenses falsas para la red y ayudar en el lavado de dinero, tras mantener contacto desde 2009 con el mexicano David Patrón, considerado un jefe de Los Charros. El representante de Cabral, Percy Llanos, ileso en el atentado, declaró este lunes a la emisora costarricense ADN que el encuentro entre Fariñas -quien contrató el concierto en Guatemala- y el trovador fue casual. “Un hombre que amaba la paz murió en medio de la balacera más horrible (…) Facundo terminará siendo una leyenda que hará que las juventudes hagan de él un ser a seguir, un ejemplo de libertad”, dijo Llanos sobre el autor de temas como “No soy de aquí, ni soy de allá”, que le valió fama internacional. La muerte de Cabral, de 74 años, conmocionó a América Latina y volvió la mirada internacional hacia Centroamérica, golpeada por la violencia del crimen organizado y las pandillas, devenidas fuerzas de choque de los cárteles de la droga, que desplazaron operaciones al istmo tras la ofensiva lanzada por el gobierno mexicano en 2006. Centroamérica, que junto con México sirve de puente del 90% de la cocaína consumida en Estados Unidos, es considerada la región más violenta del mundo sin conflicto bélico, con 20.000 muertos al año, más de los que dejaban las cruentas guerras civiles de las últimas décadas Alejandro Jiménez, alias “El Palidejo