La Nación
COLUMNISTAS

¿Cuándo controlaremos la tv?

La televisión es el más importante e influyente medio de comunicación de masas en el mundo y en Colombia. Ella forma (aunque sería más exacto decir deforma) la llamada “opinión pública”. Ella modela no sólo opiniones sino también conductas, gustos, modas y costumbres. De ahí su enrome trascendencias en la sociedad y la necesidad de una buena y adecuada regulación de la misma por parte del estado. En nuestro país esa función reguladora la cumple la Comisión de Regulación de Telecomunicaciones, creada por la ley 142 de 1994 y en su misión está la de promover la libre y leal competencia e inversión en el sector de las telecomunicaciones y proteger los derechos de los usuarios colombianos. Pero esto en realidad no se cumple, como sucede en tantas otras áreas del estado.

Un estudio crítico de la universidad de Los Andes hace un poco más de un año, mostró que los colombianos nos gastamos 490 millones de horas semanales frente a un televisor, mientras le dedicamos solamente 403 millones de horas al trabajo. De manera que después del sueño es la segunda actividad a la que nuestros compatriotas le dedican más tiempo. De acuerdo con la información del Dane para el año 2011 sobre desarrollo de las Tics, el 29.8% de los hogares en el país tenían un computador y el 89.8% un televisor a color. La sintonía de los programas en los horarios triple A, se la reparten los dos canales privados, Caracol y RCN, controlados por dos de las familias más poderosas del país, la Ardila Lülle y la Santodomingo.

Los noticieros no son el registro objetivo de lo que pasa en el país y en el mundo, sino la manipulación morbosa del televidente, siguiendo teorías psicológicas como la del condicionamiento operante de los psicólogos Thorndike y Skinner. Una prueba de esto fue lo sucedido la noche en que Santos se saludó en Cuba con el Comandante de las FARC Timochenko celebrando el acuerdo sobre justicia transicional. La directora de RCN, Claudia Gurisatti, decidió desconocer este hecho que fue trasmitido por todas las televisiones del mundo, y reemplazarlo con imágenes sobre actos de violencia de esta guerrilla. Quizá por esa manipulación, ese noticiero está perdiendo audiencia que ha venido ganando CMI, Caracol y el Canal Capital.

Contrario a cuanto sucede con la Superintendencia de Industria y Comercio que ha sancionado a grandes empresas arroceras y azucareras por mantener posiciones dominantes en el mercado, la Comisión de Regulación de Comunicaciones es un simple instrumento de los grandes monopolios del sector como se vio con la licitación del tercer canal privado de televisión que torpedearon RCN y Caracol.