Rodrigo Villalba Mosquera
En un país polarizado como Colombia, todo es controversial y subjetivo. No ha habido poder humano para hacer un pacto y trabajar mancomunadamente en lo fundamental para el manejo de la pandemia del covid-19. Sin meterle política, pero qué va, no se puede, y no se podrá porque la polarización da réditos electorales. Nada parecido cuando en 2007 en EEUU en plena campaña presidencial para suceder a Bush, ese país por una burbuja inmobiliaria entra en recesión económica, donde los candidatos enfrentados, el republicano McCain y el demócrata Obama pararon literalmente sus campañas y fueron al Congreso a apoyar una Ley conocida como TARP de alivio financiero para salir al rescate del sistema hipotecario y de los activos en apuros. Sin nadie sacarle provecho a la situación. Clama a gritos que aquí se hiciera algo parecido alrededor del proceso de vacunación, donde nadie haga política con ello, ni el gobierno ni la oposición.
Al comenzar la vacunación, una de las controversias es si el presidente Duque debe vacunarse ya o cuando le toque el turno como cualquiera de los “mortales”. El Jefe de Estado señaló que aunque él quiere vacunarse cuando sea su turno, el Ministro de Salud recomienda que esté dentro de los primeros.
En todos los países del mundo, quien debe ser el primer vacunado suele ser una decisión muy importante para cada Gobierno. El dilema suele estar en si se elige a un miembro del cuerpo de salud, un ciudadano de la tercera edad o al gobernante. Todas la opciones han sido válidas y envían un mensaje importante. En EEUU la primera vacunada fue una enfermera, en Inglatera fue una mujer de 90 años, en Israel el primer ministro Benjamín Netanyahu.
Aquí la eventual vacunación de Duque genera debate, no sería el primer vacunado pero creo, para darle tranquilidad a los excépticos de la eficacia de la vacuna, debería ser uno de los primeros. Y también por un asunto de Estado. Es peligroso que un Presidente no esté vacunado, es que los mandatarios están casi que en una primera línea de contagio, entonces, para un presidente vacunarse más que saltarse la fila, es un acto de responsabilidad. Por eso en Colombia y en cualquier parte del mundo, los presidentes tienen a su servicio un importante dispositivo de seguridad (Batallón Guardia Presidencial) porque representan a toda una Nación. En el caso nuestro, Duque no es Duque, es el presidente de todos los colombianos.
La vacunación no puede caer en la polarización política ni en los falsos mitos. La de Iván Duque lo más pronto posible, del Ministro de Salud y de algunos altos funcionarios del Estado, sería no solamente un ejemplo para el proceso de vacunación sino necesario.