La Nación
Decadente profesión 1 11 septiembre, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Decadente profesión

De todas las profesiones creadas por el relato liberal, la de político: la más decadente. Evolucionó hacia la putrefacción. Devino bandera de la corrupción. De su función original, sucumbió en politiquería.

Ninguna necesidad del estatus de estadista para ejercer el oficio, ningún fundamento filosófico para dirigir el Estado y materializar el crecimiento material y humano de los ciudadanos. Cualquier badulaque con hambre, locuacidad, astucia y anhelo de importancia personal, podía triunfar en la profesión.

Normal según sus orígenes: eran burócratas menores del Estado aristocrático. Manejaban la mecánica estatal: colectar impuestos, organizar presupuesto… Nunca la política o el ejército eran dirigidos por plebeyos: siempre por aristócratas: reyes, duques,   marqueses.

La nueva elite liberal se interesó más por ensanchar sus capitales. Se liberó del oficio creando la profesión de políticos, antiguos capataces. Abjuró de los iniciales: los estadistas de corte liberal: Rousseau, Voltaire, Montesquieu…, dirigentes filósofos como lo proponía Platón

Prefirieron crear uno intrascendente como Napoleón, iniciando la ristra de políticos mediocres, plebeyos, arribistas, troperos, astutos, sanguinarios… El salvaje militar francés desilusionó a Beethoven quien le envió airada carta por su vulgaridad política, lo borró de su tercera Sinfonía. Deplorable ejemplo para el peor Bolívar, para el arribismo de Julián Sorel, personaje de Stendhal. Vergonzosa antesala de Franco en España y Maduro en Venezuela.

¡Mala suerte para Colombia: muchos napoleones y escasos Rousseau! Ha padecido una permanente cosecha de politiqueros y una constante sequía de estadistas. Jamás administrada con sentido filosófico y, menos, con visión humana. Como damisela pública, siempre expuesta al mejor postor.

Sus dirigentes oscilan entre dos enfermedades del poder: el elitismo o el populismo. Elitista Duque quien, por pandemia, gobernó por decreto. Aumentó considerablemente el endeudamiento externo para favorecer a las elites, a los luiscarlossarmientoangulos. Grandes dádivas, pues no son tantos los miembros de las elites colombianas.

Tampoco Petro posee alma de estadista. Normal, su origen político remonta al populismo de Rojas Pinilla, dictador tercermundista. Tampoco posee alma de izquierda, jamás cita a sus teóricos importantes en sus discursos. Lo ubican allí por publicidad electorera de la derecha y resulta creíble por la descarada derechización del liberalismo.

Por populista, intenta arrebatar el presupuesto a las elites para repartir mendrugos entre los pobres. Normal si abundan los menesterosos en Colombia. Sin alma de estadista, con consciencia de populista, gobierna con los mismos vicios de los politiqueros elitistas. Ninguna concepción científica de Estado para el crecimiento material y humano de los colombianos.

Parodiando al filósofo y poeta Edmond Thiaudière: parece como si los políticos colombianos se ocuparan más por pulir los vicios de la politiquería y menos el perfeccionamiento de la Política.