Germán Palomo García
Una reciente calificación por el DNP, de los entes territoriales sobre el uso de las regalías petroleras confirma la inadecuada destinación de tan importante recurso fiscal. El mejor promedio general alcanzado fue 64.5%, con pocos municipios y departamentos con promedio superior y muchos que no los han aplicado según la normatividad. Cuando en el 2011 se empezó a ambientar esta reforma que tenía mucho de centralista para que fuera el ministerio de Hacienda el que las manejara y no sus beneficiarios directos, socialicé en varios eventos sobre la inconveniencia de esta reforma. Finalmente se impuso “regar la mermelada en toda la tostada” como lo justificó el entonces ministro Juan Carlos Echeverry y se creó una cuenta en dicho ministerio para recibir las regalías para, posteriormente, distribuirlas a sus directos beneficiarios.
La burocracia creada a nivel territorial para solicitar los montos correspondientes, por cuenta de su centralización, ha hecho ineficaz el proceso de las mismas, lo cual acaba de modificarse. Pero, y no está en la calificación de Planeación Nacional, lo que se generó también, a pesar de que la norma fijó otros objetivos, fue una generalizada utilización de las regalías para toda clase de proyectos en donde sobresalen parques cívicos y un sinfín de obras que muy poco tienen que ver con la diversificación del aparato productivo que fue el principal motivador de la transferencia de las regalías. Aunque no se ve a corto plazo el fin de los combustibles fósiles, generadores de las regalías, siempre se buscó un mecanismo de sustitución para no depender de estas y mostrar una estructura mucho más competitiva especialmente a nivel exportador.
Por supuesto, esto no se ha logrado y en buena parte se debe a las decisiones en materia de regalías pues es que estas han venido a sustituir fuentes de recursos del presupuesto lo cual resulta muy cómodo a los gobernantes. Claramente, no resulta suficiente la destinación del 10% de las mismas a Ciencia y Tecnología, un muy buen logro, y ahora que enfrentamos una crisis global por desabastecimiento de productos que perfectamente podríamos producir localmente y exportarlos tenemos otra oportunidad para permitir que las regalías también contribuyan a este propósito. Pero bien aplicadas y no como ha sucedido en Córdoba y otros departamentos, que los contratos han atizado la corrupción. Pero, en todo caso, las regalías se acaban. Tengámoslo en cuenta!