Nuestro balance es preocupante brillan por su ausencia la honestidad y la ética y por el contrario la corrupción penetra casi todos los terrenos de nuestra vida social y económica. No podemos continuar con esta apatía ante esta situación que solo trae como resultado el acostumbrarnos a la corrupción que campea por todos los terrenos y al comportamiento poco ético y honesto de nuestros dirigentes y representantes. Si bien es cierto que se está haciendo un gran despliegue por los hallazgos multimillonarios en las contrataciones en las obras de infraestructura, pasan de agache otros aspectos no menos graves y que están afectando a nuestra población, como siempre, la más necesitada.
En el caso de la salud, no hemos tomado las medidas pertinentes para atajar el continuo saqueo a este sector que pasa desde la solicitud de tajadas hasta el cobro de comisiones por sacar un cheque lo “antes posible”. Las citas médicas y paramédicas así como la entrega de fármacos, no se compadecen con la salud de los afiliados.
En el caso de la educación, vemos con tristeza y preocupación y de manera constante que son muchas las carreras que se ofrecen sin los mínimos de calidad requeridos, abusando de manera permanente de personas que con grandes esfuerzos económicos, de bienestar y de descanso son sometidos a jornadas diarias, incluidos sus horarios laborales, que superan las catorce horas y al final, les entregan un cartón que de nada sirve frente a la deficiente preparación por falta de docentes calificados, de bibliotecas, de espacios físicos dignos y de programas de bienestar. El remanente de estas instituciones que debería ir a parar a la reinversión para mejorar la calidad académica es desviado para otros fines, aprovechando la laxa legislación sobre las fundaciones universitarias.
El capítulo de las cárceles, es otro aspecto al cual no le hemos dado su verdadera dimensión y es un cáncer que se propaga por todo el país, preparando cada vez más a los reclusos a refinar sus actos delictivos contra la sociedad.
En el capítulo de los niños, sobre el cual hemos insistido de manera continua, además del secuestro forzado, de la esclavitud para prestar servicios indignos de su edad y prepararlos desde pequeños en el manejo de las armas, es algo que nos debe preocupar, exige prontamente soluciones que impidan que sigan siendo utilizados como escudos de guerra.
Otras víctimas de la corrupción, son los campesinos, de quienes abusan los proveedores de sus insumos para la producción, los transportadores, los centros de mercadeo, presentando con frecuencia una desproporción entre el precio que le pagan al campesino y el precio al consumidor en proporción de 1,5 a 6 frente a las ventas a que son sometidos. Para lograr recoger la cosecha, pueden demorar 6 meses y en pocas horas los mercaderes de la producción campesina obtienen utilidades exorbitantes.
Así las cosas, construir un país en orden, es supremamente difícil es imposible y los poderes del estado deben tomar cartas en el asunto, establecer prioridades y garantizar a los colombianos un futuro digno y no continuar incrementando el superavit de corrupción, la asfixia de esta nos lleva a la triste conclusión que estamos atravesando la peor crisis de nuestra historia, sin encontrar líderes que logren enderezar nuestro pésimo comportamiento.