Colombia ha crecido en cuanto a la fábula inscrita en la palabra. Colombia ha crecido en cuanto a la fábula inscrita en la palabra. En los últimos 20 años la literatura se ha hecho adulta a pasos agigantados. Nuestros escritores tienen premios internacionales, reconocimientos, invitaciones, menciones que van del Rómulo Gallegos hasta las distinciones en España, Italia, Francia e Inglaterra. Ahora nace un poeta huilense con amplia sordina instalada en los territorios del lenguaje, para mediar entre los herederos de Cervantes, Shakespeare, Víctor Hugo y Dante Alighieri. Pedro Licona Especial LA NACION ÉXODO Por la calle de los viejos adoquines se fueron, Se marcharon y se olvidaron de esta vieja tierra, De estas ruinas musgosas, De estos animales agotados. Blandieron sus hoces, arruinaron sus bártulos, Descosieron sus prendas E incendiaron sus ranchos. Se fueron, se marcharon, Sin vitualla ni abrigo; Mataron los mastines, ahogaron las bestias, Sepultaron las efigies. Sin anuncios ni plegarias Negaron la patria y se abrieron al éxodo Esquivaron la gloria y proclamaron la herejía. Se fueron, se marcharon, Quemaron la semilla y vejaron a las parturientas, Negaron su pasado y denostaron del presente. Se fueron, se marcharon, por la calle de los viejos adoquines, celebrando las ruinas y cantando la derrota. Marcos Fabián Herrera. Silabario de Magia, Trilce Editores. 2011. Entre ensalmos y ruinas, bebedizos e imprecaciones, se convoca un pasado sepulto, el destello de un rostro que se resiste a la memoria, a las crepitaciones de la hoguera en el desierto. Guillermo Martínez González 1 Cuando el joven poeta asume la redención de este fuego novedoso convertido en recorrido por la angustia de una ecuación atemporal que puede nacer en Latinoamérica, Europa, Asia o África, se resume un corto circuito de orden universal. Es el hombre vejado, marcado con múltiples fobias, pidiendo cuentas a la historia del mundo, razonando en torno a la justicia que en alguna parte ha dejado sus reales y decide dar rienda suelta al desequilibrio, al derroche de la maldad en los terrenos de la fantasía. El poeta hace de mensajero, de copista y suelta la pluma donde se da a querer la dolencia, la denuncia y la valentía del ser con la suficiente cuerda para dar la cara a los designios del gigante de las mil cabezas. 2 Antes que se agoten las palabras de esta página se debe anunciar al poeta. Se llama Marcos Fabián Herrera. Nacido en el Pital (Huila) en 1984. Escritor y periodista cultural. Asesor editorial del periódico virtual Con – fabulación. Autor de los libros: El Coloquio Insolente. Conversaciones con Escritores y artistas colombianos ( Coedición de Visage y Con – fabulación), 2008 y Silabario de Magia. Poesía ( Trilce editores, 2011). 3 La magia del libro de Marcos Fabián Herrera viene diluida entre el tono prometedor que sólo se adivina en un cantor de orfandades. Da cuenta del destierro, la magia, la desilusión, la muerte y la nostalgia. Palabra a palabra enseña el bebedizo anunciado para multitudes de personas que deben recorrer un mismo camino, al servicio del mismo dueño y bajo la mirada indiferente de un destino que juega y ha jugado en la taberna de la mortalidad bajo los ojos insufribles de la parca, por un lado y de una humanidad acostumbrada a los toques imprecisos de una realidad que marcha a ritmo de telenovela y azota a la totalidad de los países latinoamericanos, personalmente, de primera mano y toma de la mano al desprevenido habitante de otros continentes. 4 Nada concluye en este país de parias. El cielo abre su alacena y deja caer la pócima preparada para los seres señalados por el nacimiento y la falta de juicio en la larga ruta del insomnio. Y en la rueda de la ineficacia de un dios juguetón le cae el señalamiento a quien resiste toda cadena de certezas. Desde que se abre el telón del naufragio en el libro, se adivina un final riguroso para adornar los pedazos de una historia conocida entre alquimistas y fabuladores amantes de estas y otras avalanchas de pensamiento. 5 La novedad del libro no es la canción del desarraigo, el recorrido y la espera. Está en el tono y la voz luctuosa, adornando el cuadro injusto y sin remedio, pero cierto; parecido al Sueño de las Escalinatas de Zalamea en cuanto al recorrido ineluctable y mágico en torno a la sociedad y el papel del hombre en un viaje que no ha elegido, se refiere. 6 He aquí un ritual armado para los inocentes. Un grito entre palabras para rescatar los olvidos. Un delirio de poeta digno del trovador de los sufrientes. A pesar del carnaval macabro y a la vez lleno de revelaciones que es suavizado por el lenguaje justo, bien trabajado y honesto para el encantador del silencio; un silencio reconocido y justiciero para delatar el tormento, lo inacabado, lo oculto, donde las voces duermen el sueño de la impaciencia. 7 En tan sólo 24 poemas se develan las historias necesarias para reconstruir el camino del ser que ha sido reservado como ejemplo de otras fábulas dignas para el reposo de la pluma y el cantor que hasta ahora presiente un recorrido en el reino de lo sutil e inacabado en presencia de la sacerdotisa inquieta que anda tejiendo sus reales con el aroma de la poesía. Este es una muestra de contemporaneidad, en un encadenamiento de voces y situaciones animadas para dar colorido al ritual de la vida y la muerte, como un corto silabario de los atormentados.