Algunas personas dependen emocionalmente de su pareja y no son conscientes de ello. Darse cuenta y poner remedio a tiempo puede evitar muchos sufrimientos. Algunas personas dependen emocionalmente de su pareja y no son conscientes de ello. Darse cuenta y poner remedio a tiempo puede evitar muchos sufrimientos. La dependencia emocional puede equipararse con una “adicción al amor”, se considera un trastorno en el que el objeto que provoca la adicción, es la relación de pareja. Su objetivo es llenar un vacío en la persona que la padece, se relaciona con las emociones y la capacidad para establecer vínculos con otras personas. Quien la padece presenta síntomas como depresión, tristeza, ira, desesperación, aislamiento, sensación de estar estancados, la persona es controlada por su necesidad de la otra persona, el miedo a la pérdida y a la soledad. Para no caer en este tipo de dependencia, ser libres y crecer, es importante desaprender la culpa que nos hace sentir responsables de la felicidad, la tristeza o la insatisfacción de los demás. Ser capaces de poner límites para evitar que abusen de la buena voluntad, en aras de preservar relaciones y afectos. Evitar el aislamiento, enfrentar los problemas, los riesgos, no permitir el chantaje emocional ni la imposición de condiciones a través de gestos, comentarios, amenazas o castigos, expresados a través del retiro de la confianza y atención, en aras de responder a las intenciones deseos y frustraciones, de quien quiere aprovecharse de dicha condición. Comprender la Dependencia Emocional, ayuda a entender la dinámica de los maltratadores, especialmente en casos de violencia doméstica o intrafamiliar, como un factor que determina el que las mujeres sean incapaces de abandonar su relación con una pareja maltratadora viéndose envueltas en un patrón de relación limitante y lesiva tanto para ella como para su pareja. La persona debe hacerse responsable de sus percepciones, comprender que el sufrimiento no proviene del exterior, de los enemigos, de un dios malvado, sino que procede del mundo interno y la interpretación que cada uno hace de la realidad. Cuando se reconoce que el sufrimiento no proviene del exterior, sino de la propia manera de organizar y representar mentalmente la identidad y la realidad, la persona se da cuenta que la superación del sufrimiento, está en las manos de cada uno, permitiéndole sentirse a gusto consigo mismo y disfrutar actividades tan sencillas como ir a cine, hacer ejercicio, compartir con amigos, leer o pasear y entender de una vez por todas, que la atención no debe ser centrarse solamente en la pareja, sino en el propio individuo y su proyecto de vida.