Después de las elecciones del pasado 13 de marzo, se siguen analizando los errores cometidos por parte de la Registraduría Nacional del Estado Civil, que llevó a que diversos sectores políticos, lanzaran voces de alerta sobre el menoscabo de la confianza en el órgano que organiza las elecciones.
En la historia política colombiana solo existe una referencia sobre graves irregularidades en un proceso electoral. Se remonta a las elecciones de 1970, en donde se desaparecieron miles de votos que le daban la victoria a Gustavo Rojas Pinilla, llevando a la elección de Misael Pastrana Borrero.
Este fraude provocó que algunos miembros de la ANAPO -partido del candidato perdedor-, conformaran el Movimiento 19 de Abril (M-19) en 1973, grupo guerrillero que fue protagonista de varios actos terroristas -como la toma del Palacio de Justicia- y que se desmovilizó en 1990.
Tal experiencia vivida en un proceso fraudulento, demuestra la importancia de la imparcialidad y la transparencia en las elecciones, donde la Registraduría además de demostrar su independencia, debe organizar de manera rigurosa toda la logística electoral.
Las críticas al Registrador Alexander Vega se sustentan en varias anomalías cometidas en las justas electorales, que llevaron a que después de comunicar oficialmente unos resultados, estos fueran cambiados por otros, lo que causó que tres partidos perdieran algunos escaños y que el partido de Petro ganara más de 500 mil votos.
Asimismo, se lanzan voces de desconfianza por los antecedentes del Registrador, quien es un hábil y reconocido político que ha ocupado cargos en representación del Partido de la U. Además, tiene pendiente un proceso de nulidad en el Consejo de Estado en contra de su elección, por supuestas irregularidades cometidas en la convocatoria de méritos.
Más allá de la desconfianza hacia el Registrador y de la imposibilidad de removerlo, la Registraduría debe demostrar su experiencia en la organización de unas elecciones presidenciales transparentes en medio de la polarización. Lo que está en juego es nada menos que la institucionalidad y la estabilidad democrática.