Jorge Fernando Perdomo
Conozco suficientemente a Margarita Cabello Blanco, la actual Procuradora general de la nación. Su paso por la magistratura de la Corte Suprema de Justicia, donde ejerció la presidencia, después por el Ministerio de Justicia, han merecido el reconocimiento por su rectitud, probidad y ejemplar comportamiento.
Sin embargo el desempeño de la Procuraduría como máximo organismo del ministerio público, con una frondosa burocracia que supera los 4 mil funcionarios, para vigilar el actuar de los servidores públicos, iniciando, adelantando y fallando las investigaciones por las faltas disciplinarias, en el caso concreto de nuestra ciudad capital, esta evidenciando que algo no funciona bien.
He tenido oportunidad de conocer las numerosas investigaciones aperturadas por la anterior Procuradora Provincial de Neiva Yulieth Cristina Cortés, contra el señor Alcalde Neiva Gorky Muñoz, que fueron remitidas al nivel central, respecto de las cuales no se ha presentado ningún resultado ni avance significativo. Es más, la funcionaria que tuvo el valor de iniciar esas investigaciones fue destituida de su cargo sin razón aparente. Algunas personas adjudican esta decisión de la Procuraduría General al poder preelectoral de los aspirantes a corporaciones públicas, en una operación de canje de votos por el favor de eliminar el estorbo de la valiente funcionaria y hacer caso omiso de las investigaciones.
Mientras tanto, nuestra capital continúa siendo presa del indeclinable propósito de dejarla como una ciudad inviable y esquilmada, pues el principal problema que nos aqueja, la corrupción, continúa rampante, sin muros de contención que impidan la institucionalización de un sistema cleptocrático con una telaraña que se ha venido tejiendo con un círculo cercano, donde aparecen personajes que solo rinden cuenta y pleitesía al “jefe”.
Estoy casi seguro que la Señora Procuradora Margarita Cabello, no está enterada del alcance de nuestra tragedia como ciudad y que esa justicia selectiva que se está aplicando en este órgano de control, esta siendo dictada por los mandos medios. Esos funcionarios que como en la obra literaria de Walter Riso, determinan que investigaciones avanzan y cuales se engavetan, como deshojando margaritas, esta si, esta no, haciendo un enorme daño a la institucionalidad y comprometiendo el futuro de la misma Procuraduría, a tal punto que el Presidente electo ha anunciado que impulsará desde el inicio de su gobierno su eliminación y que las funciones las asumirá la rama judicial para convertirla en una “gran fiscalía anticorrupción”.
El propósito según el Presidente Petro será fortalecer el ámbito investigativo y aunar esfuerzos en la persecución del mayor problema identificado por los Colombianos, la corrupción cuya cuantía según el Contralor General de la Nación, asciende a 50 billones de pesos y con casos emblemáticos como Odebrecht, Centros Poblados y ahora los recursos de Ocad Paz sin resultados concretos. ¿Cuánto nos costará a los Neivanos la inactividad de la procuraduría?