Jorge Guebely
Muere la democracia por tercera vez en la cultura de occidente. Muere como murió en la Atena clásica y en la Roma republicana. Agoniza hoy la democracia liberal después de dos siglos de existencia y, en su descenso, desmonta paulatinamente al imperio del Norte, su portavoz global.
Muere un engendro, una falsa democracia, una verdadera plutocracia: democracia exclusiva para los grandes capitales. Peor aún, muere por el pudrimiento de la plutocracia, por el ascenso vertiginoso de la “puticracia”: gobierno de los pútridos, de los más podridos, el de los abanderados de la podredumbre.
Democracia liberal, demasiado imperfecta, demasiado maloliente. “Puticracia” que no sirve a los pobres porque los fomenta gracias a la implacable mezquindad de los ricos. Tampoco a los miserables, los crea para comprarles votos y fingir democracia. “La miseria no delibera, se vende”, según Juan Bautista Alberdi.
Tampoco sirve a los ignorantes que suele elegir corruptos. Ni a la clase media, su arribismo les mancilla cualquier moral hasta convertirla en mercancía para el mejor postor. No sirve a los empresarios honestos, los deshonestos se enriquecen con la descomposición. Ni siquiera sirve a los banqueros, la podredumbre les excita la avaricia. Sobre todo, no sirve al gran capital mundial, les pudre el modelo capitalista
“Puticracia”, democracia liberal imperfecta; pide, a gritos, nuevo modelo de Estado. Uno que garantice seguridad jurídica, confianza inversionista y prosperidad económica. Uno capaz de desarrollar un capitalismo; tan voraz como siempre, pero de rostro amable.
Intentos inicialmente fracasados. Fracasó el milagro brasilero y el hindú que aún no despega. Sólo el milagro chino emerge como el nuevo imperio, la nueva meca del capitalismo mundial. Estado severamente capitalista y severamente autocrático, capaz de combatir implacablemente a los corruptos, de limpiar la podredumbre, de barrer la “puticracia”. China será, al mismo tiempo, sepultura y cuna del nuevo capitalismo. Sepultura de la “puticracia” y cuna de la nueva autocracia liberal: del liberalismo en lo económico y dictadura en lo político.
Así como la democracia ateniense murió con la autocracia espartana y la romana con la autocracia imperial, muere la liberal con la autocracia china. Muere por los excesos de demócratas corrompidos con consciencia de autócratas.
Muere por no entender la democracia como un estadio superior de la consciencia personal y social. Por no desarrollar el respeto por el otro y el universo; por no implementar gobiernos horizontales y economías al servicio del ser humano. Democracia “…que nace de nuevo con cada generación y la educación es su comadrona”, según John Dewey, filósofo y educador norteamericano.