Jorge Andrés Géchem
Colombia lleva 10 días en movilización. La marcha masiva del miércoles 28 de abril y expresiones como cacerolazos tenían el claro mensaje de no a la reforma tributaria. Un mensaje del pueblo colombiano que unía a marchantes y a la inmensa mayoría de la población, muchos que por temor ante el tercer pico de la pandemia no salieron a la calle pero que estaban en contra de la reforma.
Se retiró la reforma tributaria y a consecuencia se dio la renuncia del Ministro Carrasquilla. El retiro de la reforma fue, sin duda, un triunfo de la movilización y unidad ciudadana. Desde el mundo político, afortunadamente partidos como la U, Liberal, Cambio Radical, Verde, independientes y de oposición se pararon en la raya y abiertamente dijeron que no la apoyarían quitándole toda posibilidad en el Congreso.
Pero las movilizaciones siguieron. Las malas reformas tributaria y de salud fueron las gotas que rebosaron la copa. La actitud del Gobierno en demorar un diálogo nacional produjo mayor indignación. También, abrió la puerta para que la gente y distintos sectores expresemos la profunda insatisfacción que ya se traía ante la realidad colombiana.
Intolerable el vandalismo. En un trabajo de filigrana se debe identificar y castigar a esos pocos que tanto daño hacen a los emprendimientos, a los bienes públicos y privados. Igualmente, prevenir y castigar los abusos de poder por fuerzas del estado. Ojo, los actos violentos o el deseo de aprovechamiento político por parte de algunos, no puede cegar, menospreciar ni ensordecer el sentir real y genuino ciudadano. Hay que escuchar.
Los jóvenes, profesionales de la salud, transportadores, indígenas, dignidades agropecuarias y demás ciudadanos en las calles y vías anhelan soluciones y un mejor país. Colombia necesita un diálogo nacional público, sincero, con todos los sectores y regiones. Ya no es un diálogo solo de concertación para una nueva reforma tributaria, va más allá, es más profundo. Por ello, este proceso de diálogo y concertación, que debe incluir a todos, para que ocurra en el camino correcto debe liderarlo directamente el Presidente de la República e iniciar con los que están movilizándose, primero con los líderes del Comité Nacional del Paro.
Hay que comenzar por definir una agenda concreta que identifique las razones del paro, el sentir de la gente, el por qué de las movilizaciones. Hay que tenerlo claro. Fundamental entender que hay temas que pueden ser a corto, mediano y largo plazo, que se deben diferenciar. Es urgente en este camino parar la violencia de todas partes y establecer corredores humanitarios para proteger vidas y coordinar acciones inmediatas que eviten bloqueos en vías, desabastecimiento de alimentos, combustible y servicios públicos domiciliarios, situación ya muy preocupante, y no afectar más a la comunidad.
Después de sentarse con el comité del paro y líderes de los sectores movilizados, ahí sí dialogar con todos los demás sectores y regiones del país, como una sola nación, para entre todos plantear soluciones y encontrar alternativas por el bien de Colombia. Angustia que el Presidente lo ha hecho al revés y eso significa más demora en las soluciones. Finalmente, NO es una salida el estado de conmoción interior pués generaría más dolor, exacerbar los ánimos y el riesgo de una guerra civil. ¡La solución es escuchar!