La Nación
Dictaduras presidenciales 1 24 abril, 2024
COLUMNISTAS

Dictaduras presidenciales

Como los viejos orangutanes, los políticos de hoy se descaran por concentrar el poder. Se gruñen y se dentellean. Se comportan como los machos alfa de la pre-humanidad. Concentran poder para brillar la soberbia personal, agrandar el enanismo oculto, enarbolar la fuerza bruta. Rebajan “El servicio a la comunidad” a un mero artificio del lenguaje, a un hueco slogan para imbéciles.

Actúan como los poderosos primates. Bestias que, en su evolución, transitaron por la Historia y devinieron calígulas y nerones, reyes y zares… Y llegan a nuestros días bajo el formato de presidentes, más políticos que seres humanos, más ancestrales que civilizados.

Hoy, en la cima de la democracia imperfecta, se conserva ese atávico y vesánico espíritu. Espíritu vivo en dictaduras democráticas como Venezuela y Nicaragua donde fingen elecciones y en democracias dictatoriales como Colombia y Brasil donde las elecciones son fingidas.

Hoy, en los desmanes de la democracia representativa, el presidente colombiano concentra el poder de un faraón. Ejerce como jefe de estado y gobierno al mismo tiempo. Comanda las fuerzas armadas: ejército y fuerza aérea, fuerza naval y policía nacional. Cuerpos represivos, aptos para gritar, como Luis XIV: “El Estado soy yo”.

Hoy, el presidente colombiano usufructúa nuestro país de hambre y desempleo para aunar el poder que le confiere la hambruna nacional. Prostituye partidos políticos con burocracias y dineros fáciles para aunar el poder que le confiere la corrupción. Les mancilla con cualquier mermelada como mancilla al poder judicial, a magistrados seducidos por el prestigio de la alta burocracia y los altos salarios. Sin control legislativo ni judicial, nuestro presidente puede actuar como los antiguos monarcas, señal inequívoca del subdesarrollo político y humano.

Más humano que político si, con astucia burocrática, infecta Fiscalía y Procuraduría, Contraloría y Consejo Nacional Electoral. Entonces, pocas diferencias existen entre Colombia y Venezuela, entre Brasil y Nicaragua, entre la dictadura democrática y la democracia dictatorial. Los ropajes ideológicos y los regímenes gubernamentales no ocultan a los orangutanes ataviados con ropajes presidenciales.

Sin embargo, ejemplos promisorios hay sobre la tierra. La presidencia suiza es colegiada. La ejercen siete miembros de “La Confederación”, elegidos por la asamblea nacional de diferentes colectividades políticas. Ninguno es superior, nadie es autocrático y se rotan representación anualmente. Todos saben que el poder político sólo surge de la comunidad y para la comunidad. “Para promover la vida en la comunidad”, según el filósofo, Enrique Dussel. Percepción superior de la política, producto de un desarrollo mental y humano que los políticos colombianos aún no han alcanzado.