Por: Jorge Luis Salcedo
Entre hacer algo y no hacer nada. Si un neurocirujano se enfrenta a un tumor cerebral, debe entrar a intervenir siempre y cuando existan posibilidades de que no haya una invasión completa; si no la hay, debe entrar y retirar el tejido tumoral al máximo posible a no ser que sea benigno y esté encapsulado. Siempre habrá secuelas, y, esas secuelas pueden ser muchas, incluso que el paciente muera en la cirugía, o, quede de por vida con algún impedimento.
Es por ello que se debe pedir el visto bueno y firma del paciente, o, de uno de sus familiares. Ante todo, se deben evitar demandas absurdas por falta de previsión. Hay momentos en los cuales el paciente neurológico llega traumatizado, de urgencias y no hay nadie quien dé el visto bueno para la ante una hemorragia cerebral, o, un hematoma que estén comprometiendo los signos vitales y por ende se llegue a un paro respiratorio. En esas circunstancias se debe operar a como dé lugar. Éticamente esta primero la vida del paciente.
Ahora, ¿por qué toco yo estos puntos como ejemplo? ¡Sencillo! Porque nuestro país libra hace 60 años una eterna batalla contra unos secuestradores asesinos, terroristas y narcotraficantes que se alimentan del dinero del narcotráfico y chantajes, más secuestros.
Con los años cuando se inició la guerra, o, conflicto armado, con esos sociópatas no existían muchos elementos de inteligencia que hoy existen como aviones equipados con termo receptores, o, satélites, y la guerra era casi cuerpo a cuerpo y aún no tenemos el número de soldados y víctimas inocentes que perdieron la vida, pero son muchos más de lo que la JEP dice.
Hoy en día estamos en una discusión, que no debería existir, por la muerte de guerrilleros menores de 18 años de edad, y no debería existir porque los movimientos narcoterroristas no deberían dejar incorporar, o, atraer hacia ellos a estos menores, por lo cual, son ellos los culpables de sus muertes y no el Estado Colombiano.
Los jóvenes los utilizan con dos fines 1.- Armarlos para la pelea. 2.-Usarlos como escudos humanos imaginarios.
Ante ese dilema de tener que combatir, o no, un flagelo que está destruyendo al campesinado y líderes campesinos, además de combatir el narcotráfico, o, quedarse con los brazos cruzados porque unos periodistas barrigones opinan desde un escritorio muy cómodos y bien pagados, o, hacerle el juego a Iván Cepeda, Roy Barreras y otros.
En fin, el dilema es dejar que crezca el cáncer, o, tumor maligno del narcotráfico o ¿le decimos al Ejercito Nacional que se repliegue y que sólo se dedique a cuidar fronteras.
Palo porque bogas y palo porque no bogas.