La Nación
Distrayendo las miserias 1 28 marzo, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Distrayendo las miserias

Por: Piero Emmanuel Silva Arce

 

En el mundo contemporáneo todas las personas están medidas por las propiedades que han acumulado durante sus años de vida. Quien “triunfa” es aquel que ostenta sus pertenencias para que los otros observen y sientan envidia por su desgracia al ser incompetentes económicamente. En esa carrera por la acumulación y el consumo, generadora de un agotamiento generalizado, se ha construido una ciudadanía poco crítica y complaciente con los que ejercen el control político y económico, los mismo que, además, son un “referente” al que todos deben alcanzar. En ese contexto de afán por conseguir lo material, la tarea de gobernar ha quedado en manos de unos pocos que luchan todos los días por aumentar sus fortunas a costa del bien general a través de prácticas como la corrupción y el clientelismo. A pesar de que cada semana está llena de escándalos, los ciudadanos, en una especie de atolondramiento enfermizo, siguen su camino, sin percatarse que es a ellos a quienes están tomando del pelo, robando y ultrajando; cuando algunos sectores deciden manifestarse en rechazo a este tipo de prácticas, muchos ciudadanos de “bien” se indignan porque según ellos no pueden llevar su vida con tranquilidad, sin embargo esa aparente calma continúa indemne cuando asesinan líderes sociales, atacan y amenazan a personas críticas, se mueren gente en un sistema de salud asesino, tiran a la calle a muchos de su trabajo sin causas justas, otros se quedan sin poder estudiar, sale a la luz pública que se compraron campañas políticas, en fin, se saben cosas que a cualquiera conmovería.

Cuando la indiferencia se asienta en las sociedades, los marrulleros y palitraqueros son los grandes triunfadores; las mentiras penetran en las mentalidades crédulas que elevan al poder a quienes prometen fantasías y estos a su vez se convierten en dueños de los otros, en amos que se imponen para saciar sus ansias de reconocimiento y alimentar su abultado ego. La preocupación por la acumulación material ha hecho que el sentido de la vida se olvide, nos preguntamos poco por el mundo que nos rodea, hay poco interés por comprender las realidades en las que nos movemos y con tal de poder comprar algo para mostrarle al otro, nuestro cerebro y sensibilidad quedan en un último plano. Olvidamos que una vez muertos muy pocos o quizá nadie se acordará de nosotros, muchos menos de lo que poseíamos. Comprar cosas para distraer nuestras miserias no nos hace más inteligentes, más sensibles y más críticos, cuestiones primordiales para conformar una comunidad democrática.

*Investigador del grupo Estudios Políticos