La inestabilidad del terreno y el riesgo de una nueva avalancha, obligó a los organismos de socorro La inestabilidad del terreno y el riesgo de una nueva avalancha, obligó a los organismos de socorro a tomar protocolos de seguridad que prolongaron indefinidamente la búsqueda de víctimas en el kilómetro 45 de la vía Neiva-Balsillas. Familiares, pasajeros y pobladores del sector contemplaron con impotencia las arduas labores de rescate. Crónica. GINNA TATIANA PIRAGAUTA G. LA NACIÓN, NEIVA Impotencia, angustia, tristeza y desesperanza eran los sentimientos que imperaban ayer en las familias de los desaparecidos de la avalancha del pasado sábado 29 de diciembre, ocurrida en el kilómetro 45 en la vereda La Plata, en el cruce entre Neiva y Balsillas. Los pobladores del sector y los pasajeros de los vehículos que se encontraban en la zona en el momento de la tragedia, llegaron hasta el lugar en donde se desarrollan las operaciones de rescate. Entre lágrimas recordaron los momentos de angustia que vivieron cuando la montaña se vino abajo y se llevó todo lo que encontró a su paso. Jairo Bonilla conservaba la esperanza de encontrar con vida a su hermano Ángel Antonio Bonilla, padre de dos menores y trabajador del campo, con quien se encontraba en el momento de la avalancha. Los hombres se dedican a la ganadería en una pequeña finca en Balsillas (Caquetá) y se desplazaban en una camioneta de su propiedad, cuando encontraron taponamientos en la vía. Juntos descendieron del vehículo y esperaban pacientemente que los trabajos que realizaba una retroexcavadora en el sector, concluyeran exitosamente. Faltaban pocos residuos por retirar cuando los pobladores de una montaña aledaña, con gritos, les advirtieron del deslizamiento. Jairo corrió afanosamente y salvó su vida, pero su hermano desapareció en solo unos segundos. Viajeros aseguran que entre los escombros escucharon a algunas personas que clamaban por ayuda, incluidos niños. Milagrosamente muchos pasajeros lograron salir ilesos de la zona, pero hasta el momento se desconoce cuántos pudieron quedar debajo del alud de tierra y de las rocas. El bus escalera que cubría la ruta Neiva-San Vicente del Caguán y que presuntamente traía el cupo completo, se encontraba prácticamente desocupado en el momento de la avalancha, según el relato de algunos testigos, que aseguran que los viajeros habían descendido para ver los trabajos en la vía y que otros habían optado por caminar hasta Balsillas, distante a escasos 20 minutos a pie. El conductor de la retroexcavadora cayó con el vehículo y una camioneta a la quebrada La Plata, ubicada en la margen derecha de la carretera. Pobladores del sector aseguran que mínimo cinco vehículos quedaron atrapados entre los escombros y que la mayoría de viajeros eran procedentes de la zona rural del Caquetá, razón por la cual aún no se habían acercado familiares al sector. Rescate El riesgo de un nuevo deslizamiento en la zona es inminente. Por esta razón, los protocolos de seguridad en el sector fueron más rigurosos y los organismos de socorro con mucha cautela realizaron las labores de búsqueda y rescate. Un equipo humano de cerca de 350 personas articuló sus esfuerzos con tesón y vocación de servicio. En un solo conjunto trabajaron arduamente funcionarios del Gobierno Nacional, departamental y municipal junto a los efectivos de la Cruz Roja, Bomberos, Defensa Civil, Policía y Ejército Nacional. Invías llegó con maquinaria pesada y el Batallón de Ingenieros con prácticos y pequeños equipos especializados. Los técnicos y geólogos realizaron en la zona estudios topográficos y determinaron que una nueva remoción en masa era sólo cuestión de tiempo. Por esta razón, el trabajo con retroexcavadoras tenía que ser realizado con mucho cuidado. El rescate de cuerpos en el río ocupó el centro de las operaciones en el día de ayer. Con maquinaria especializada, rescatistas y voluntarios removieron los vehículos aprisionados. Dos caninos del Batallón de Ingenieros trabajaron arduamente en la búsqueda de víctimas. Al finalizar la tarde, el labrador golden retriever y el pastor alemán, con sus persistentes latidos dieron la ubicación del cuerpo sin vida de Joaquín Arias, de 48 años de edad, conductor de una camioneta de servicio público y quien cubría la ruta Neiva-San Vicente del Caguán desde hacía 18 años. Su esposa, Yamile Sánchez, llegó desde la noche del sábado al derrumbe y hasta el último momento conservó la esperanza de que su esposo se encontrara con vida. La joven mujer, acompañada de algunos familiares, lloró desconsoladamente al ignorar la suerte de su compañero, no recibió alimentos durante todo el día y vivió momentos de intenso dolor cuando los rescatistas le confirmaron la muerte de su esposo. Las esperanzas de encontrar personas con vida se diluyeron paulatinamente con el paso de las horas. Las operaciones de rescate podrían extenderse durante toda la semana. Algunos pasajeros recuperaron del río sus pertenencias, mientras que dos familias continúan en la zona a la espera de noticias y de un milagro. Lo último que quieren perder es la fe. Pie de fotos: 
Yamile Sánchez anhelaba que su esposo se encontrara con vida. Lamentablemente no fue así. Fotos Óscar Roldán. 
Articuladamente trabajaron los organismos de socorro en un inestable terreno. 
El binomio de caninos del Batallón de Ingenieros ubicó la segunda víctima fatal de la tragedia. 
La retroexcavadora que intentaba abrir la vía cayó al vacío con su operario, quien aún no ha sido ubicado. 
El deslizamiento de tierra llegó hasta la quebrada La Plata, pero afortunadamente no generó represamientos de agua. 
El cuerpo sin vida de Joaquín Arias, conductor de una camioneta de servicio público, fue recuperado de la zona. 
Los trabajos por recuperar el cuerpo que se hallaba en la camioneta de servicio público, se extendieron durante todo el día. 
El vehículo de transporte intermunicipal quedó aprisionado contra la retroexcavadora.
