Germán Palomo García
Dos cumbres (reuniones de alto nivel con países líderes a nivel mundial) han acaparado la atención del mundo en esta semana. La primera, la cumbre del G-20, que convoca a los 20 países considerados potencia mundial que terminó en Roma el pasado fin de semana y cuyo mayor logro fue la adopción por mayoría de un impuesto mínimo mundial del 15 %, sobre el cual me referí en esta columna recientemente. No obstante, vale recordar que esta decisión tomó cuatro años de negociaciones y busca equilibrar el sistema tributario internacional atacando directamente a los países que utilizan estrategias fiscales complacientes para atraer capital foráneo y distorsionar el mercado facilitando el no pago de impuestos por las empresas en las sedes de sus casas matrices.
Estos países son llamados popularmente “paraísos fiscales”. Esta decisión entrará en vigencia en el 2030 y obligará a las multinacionales con una facturación mínima de 750 millones de Euros y el reparto impositivo se aplicará en un 10% para los países sede y el 5% restante se distribuirá en los países que constituyen su mercado. Este mecanismo fue ideado por la OCDE al que pertenece Colombia acogido por 136 países que representan 90% del PIB mundial. Aún falta acordar la distribución de este beneficio diferente al que corresponde al país sede pero el avance en esta cumbre ha sido enorme.
La segunda cumbre es la que empezó el domingo pasado y que corresponde a la COP 26, más conocida como la Cumbre de Naciones Unidas sobre Cambio Climático en la capital de Escocia, Glasgow, en un ambiente crítico por la sensación que se percibe en el mundo de que el tiempo perdido por las grandes potencias ha colocado al planeta en un momento en que no hay margen para seguir siendo simples observadores de un desastre que nosotros mismos hemos promovido. Basta recordar la posición del presidente Trump que prefirió seguir apoyando a los productores de combustibles fósiles argumentando que aún se podía depender de estos por 50 años más y que el cambio climático “era un cuento”.
Además, según entrevista al ministro colombiano de Ambiente publicado por el Diario El Tiempo en octubre 31/21, en la COP21 del 2015 en París los países desarrollados se comprometieron a aportar 100 mil millones de dólares/año para apoyar en los países sin recursos importantes, la lucha contra el cambio climático y que hoy no se han entregado. Mientras, el aumento de la temperatura sigue acercándose a su límite máximo (aumento de 1.5 grados) y presenciamos inundaciones, incendios forestales y otros fenómenos climáticos en diversas zonas del mundo.
Si esto no es suficiente para tomar más en serio esta cumbre climática, el informe presentado por el panel intergubernamental sobre cambio climático se cumplirá indefectiblemente. Se espera una verdadera acción de todos los países sin excepción. No es posible esperar más. Si no, como acotó el director de la ONU Antonio Guterres en esta cumbre, “estaremos cavando nuestra propia tumba”.