La Nación
Dos tías, ahora son ‘madre y padre’ 1 25 abril, 2024
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Dos tías, ahora son ‘madre y padre’

Dos mujeres que no conocen sino el significado de las palabras bondad, amor, unión familiar y a diario trabajan, sin importar el día ni la hora, velan por cinco ‘güipas’, quienes sin llegar a cumplir cinco años de edad, ya han vivido la tristeza de perder un padre y haber pasado una Navidad sin regalos. Dos mujeres que no conocen sino el significado de las palabras bondad, amor, unión familiar y a diario trabajan, sin importar el día ni la hora, velan por  cinco ‘güipas’, quienes sin llegar a cumplir cinco años de edad, ya han vivido la tristeza de  perder un padre y  haber pasado una  Navidad  sin regalos. Sin embargo,  sonríen y tienen esperanza. Vanessa Díaz Piedrahita LA NACIÓN, NEIVA Pese a las circunstancias, al dolor de haber pasado la primera Navidad sin su papá, sin tener un ‘feliz’ Año Nuevo o  de esperar con ansias a los Reyes Magos, cinco niños de una misma familia del barrio Arismendi Mora ubicado en la Comuna Seis de Neiva, no entienden aún el por qué su padre falleció tan joven y estando ellos tan pequeños. Ni tampoco, porque el Día de Navidad, mientras muchos jugaban y reían con sus juguetes ellos no. Una gran promesa Gladys Chavarro Vargas es la tía de los pequeños, y quien vela por ellos desde que su sobrino Yefferson Gutiérrez, el papá  de Lizeth Katherine (5 años), Laura Valentina (3 años) y Jessica Natalia (un mes de nacida) falleció. MilagroEste 23 de abril cumplirá su primer aniversario de muerto. Una leucemia acabó con su vida dejando a sus pequeñas hijas y a su esposa desprotegidas. Pero fue precisamente el gran corazón de Gladys y la promesa que le hizo a su sobrino antes de morir, lo que los mantiene luchando hoy en día. Entre tanto, Shirly Jimena de 5 años y Andrés Felipe de tres, viven su propio drama. Sus padres se separaron y de ahí, ninguno se ha responsabilizado por ellos. Los abandonaron. Gladys en compañía de su hermana Nelly, pidieron la custodia de los niños en el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, luego de que ninguno de los padres quisiera hacerse cargo y a punta de papa rellena, empanadas y pasteles logran sostener medianamente a esta gran familia. Sin embargo, los gastos se aumentaron pues Magaly, quien quedó viuda cuando empezaba su embarazo, hace poco más de un mes dio a luz a la pequeña Jessica Natalia. La joven madre trabajaba expendiendo periódicos por las calles de la ciudad, pero debido a su avanzado estado de gestación empezó a depender de las dos tías de su esposo, quienes se convirtieron en su mayor apoyo. A falta de un padre, dos tías La figura matriarcal se evidencia al llegar hasta la vivienda, donde once adultos y los cinco niños viven en la casa de la abuela, quien con tristeza ve que sus nietos repiten la misma historia que ella y sus hijos tuvieron que vivir, todo por no tener la suficiente solvencia económica. Elvy Magaly duerme con sus tres hijas en una cama. Mirando al techo, seguramente pensando en la partida de su esposo o en el día que vuelva a salir a la calle a buscar el sustento para sus pequeñas, pues aparte de la inversión escolar que requiere Lizeth este año en la escuela Loma Linda, las dos más pequeñas tienen gastos que debe cubrir de forma urgente. Una mujer bondadosa, de mirada triste pero muy activa y trabajadora es Gladys, la tía, quien se tomó muy en serio el papel de ser papá. Gracias a su ayuda, Magaly ha podido sostener y educar a sus hijas. “Mi sobrino antes de morir me encargó las niñas. Me dijo tía usted que las quiere tanto ayúdeme a criarlas. Y una promesa hay que cumplirla”, sostiene Gladys. ‘Toc Toc’, un llamado a la bondad “Entre mi hermana y yo trabajamos para cubrir los gastos de los niños. Por ejemplo Andrés Felipe está enfermo de los pies, pues el nació con un dedo de más y los tiene pegados. El médico no ha querido dar la orden para operarlo porque dice que se le vuelven a pegar, lo único cierto es que es porque no tenemos plata. El niño va a ir creciendo y aparte de que es incomodo para él, se va a sentir mal”, agrega, preocupada y esperando una acción de las autoridades de Salud. Esta familia, a pesar de la adversidad se mantiene unida, a pesar de no tener dinero sonríe y  no siente vergüenza de rebuscarse honradamente su sustento. “Yo entiendo lo que están pasando los niños y como ellos hay muchos, por eso no quisiera que repitieran la historia. Cuando era niña también anhelaba tener un muñeca, pero éramos muy pobres y mi mamá tenía que responder por sus diez hermanos porque habían quedado huérfanos, así que nunca pude tener eso que tanto soñaba”, finaliza Gladys con firmeza y seguridad. Cuando muchos duermen y empiezan a cantar los gallos o a despuntar el alba, Gladys en compañía de su hermana Nelly hacen las empanadas y las papas para venderlas en la galería. Mientras una las arma, la otra las fríe, hasta que llega la hora de ir a trabajar. En la tarde también hacen, pues de esto es que vive esta gran familia. Y gracias al trabajo de estas dos bondadosas mujeres, estos cinco pequeños pueden irse a la cama sin hambre. La sonrisa, el abrazo o el beso de uno de ellos, paga todas las trasnochadas o las madrugadas, los quemones o las caminatas que estas mujeres(tías, padres, madres) deben hacer a diario para que ellos estén bien, y puedan tener, quizás una vida, un futuro mejor que ellas. La esperanza está presente.