Las cifras sobre embarazo precoz en la adolescencia reveladas en las últimas semanas deben ser un campanazo de alerta. Las cifras sobre embarazo precoz en la adolescencia reveladas en las últimas semanas deben ser un campanazo de alerta. Según Bienestar Familiar (Icbf), el año pasado se registraron en Colombia 4.697 embarazos en niñas entre los 10 y 14 años, y 112.124 gestaciones en jóvenes entre los 15 y los 19 años, lo que demuestra la magnitud del fenómeno. El embarazo en las jóvenes se ha convertido en una problemática de la salud sexual, reproductiva y social por los riesgos, como el aborto en condiciones inseguras, así como las complicaciones en la gestación, en el parto y en el post-parto. No en vano, Naciones Unidas incluyó esta problemática en los Objetivos del Milenio: vale decir, reducir en tres cuartas partes, la mortalidad materna y lograr el acceso universal a la salud reproductiva. El embarazo prematuro es una crisis que se sobreimpone a la crisis misma de la adolescencia. La maternidad a temprana edad genera no sólo problemas de salud a la joven embarazada y su familia. El embarazo es la parte visible del comportamiento sexual de los jóvenes y expresa la complejidad de las relaciones socialmente construidas. El embarazo en la adolescencia no es asunto estrictamente fisiológico ni de manejo irresponsable de la sexualidad. Debe ser la construcción de un modelo sobre el comportamiento sexual entre los miembros. El embarazo en la adolescencia es un problema de carácter estructural, es un problema social y de salud pública que no se resuelve repartiendo preservativos en los colegios. Las acciones no deben centrarse en la condición del embarazo como patología biológica, sino en las características sociales, en el contexto y psicológicas de los sectores vulnerables. El enfoque debe ser intersectorial, interinstitucional e interdisciplinario y debe responder a una política pública. El reto es garantizar la seguridad y el desarrollo de prácticas reproductivas saludables en la población adolescente. La educación en salud implica proporcionar elementos a los adolescentes para que asuman su salud como un derecho. El Estado en todos los niveles, comenzando por lo local, debe asumirlo como parte de sus responsabilidades y no como objeto de respuesta institucionales aisladas. El crecimiento del fenómeno debe generar una rigurosa intervención estatal para mejorar el desarrollo individual, asegurar una mejor calidad de vida y mejores índices de desarrollo nacional. La disminución de las tasas de embarazo adolescente, se convierte en un importante reto para el desarrollo del país. “El embarazo en la adolescencia no es asunto estrictamente fisiológico ni de manejo irresponsable de la sexualidad”. Ojalá que la reunión del Comité Nacional de Cafeteros, anunciado para el próximo martes, termine con fórmulas concretas para enfrentar la caída de los precios. De lo contrario, los alivios, como los adoptados, seguirán siendo “pañitos de agua tibia”, frente a los efectos de la revaluación.