¡Quién lo creyera! pero la crianza bajo el régimen del miedo orientada a controlar comportamientos y lograr obediencia sigue vigente en los hogares colombianos, pero más grave aún es que se trata de una práctica que continúa arraigada en nuestra sociedad a pesar de las connotaciones negativas que provoca relacionadas con problemas conductuales que interfieren en el desarrollo integral de la población infantil.
Cabe recordar que los estilos de crianza representan la manera en que los padres educan a su descendencia, fenómeno que condiciona de manera importante su crecimiento y normal desarrollo social y emocional desde el marco de un ejercicio educativo saludable propio de un buen manejo de autoridad que posibilita el desarrollo de competencias y habilidades.
De cara a las dinámicas parentales hay quienes perciben tan nocivo patrón conductual como una forma de ganarse el respeto de su prole cuando en realidad lo que desencadena es sensación de rechazo y animadversión. No en vano la obediencia fomentada desde el miedo priva al niño de forjar un pensamiento crítico ante la vida ya que deberá someterse a la voluntad de otro sin posibilidad de controvertirlo u objetarlo y ello hace que resulte poco o nada saludable.
Por lo que se refiere a las consecuencias que trae aparejada tan inadecuada práctica, se hallan relacionadas con el deterioro de la comunicación entre padre e hijo, debilitamiento del clima de confianza, pérdida de autoestima, aparte de constituirse en predictor de riesgo en términos de salud física y psicológica. Para Silvia Álava, experta en psicóloga infantil: «Cuando ese niño o niña se enfrente a una situación difícil no se va a atrever a contarlo a adultos de referencia. Porque esas personas les evocan miedo. No respeto y confianza».
Si bien es cierto el establecimiento de normas y límites eficaces se constituye en piedra angular dentro del proceso de crianza, no dudes en educar desde el amor. Desde la cercanía. Desde la amabilidad. Desde el ejemplo. Esa y no otra es la única forma de enseñar pues como lo dijera el madrileño Manuel Andrade Cordero: «Lo afectivo es efectivo».