Un 2 de mayo del año 1930, recién cumplida su mayoría de edad, Mary Anne Malead, la madre de Donald Trump, partió desde Glasgow (Escocia) en el Reino Unido, hacia Long Island en Estados Unidos, donde residía su hermana Cristina. La gran depresión de la economía mundial que había iniciado el año anterior (1929), la empujó a tomar esta decisión llevando consigo solamente US$50.
En su nueva residencia se ocupó como empleada doméstica, cargo en el que permaneció durante cuatro años. En ese tiempo conoció a Fred Trump, hijo de inmigrantes alemanes, de quien se enamoró y con quien terminó casándose en el año de 1936. Pero su cédula de ciudadanía norteamericana sólo la obtuvo en 1942.
Su hogar fue bendecido con 5 hijos, uno de los cuales es el actual presidente de Norteamérica. Si su llegada hubiera sido 95 años después, coincidiendo con el comienzo del nuevo gobierno de su hijo Donald, ella sería una de las personas amenazadas de expulsión del país en condiciones similares a las de un delincuente.
De acuerdo a las estadísticas de la ONU, en EE. UU., viven 50.632.000 personas en condición de inmigrantes, lo que representa el 15,28% de su población estimada en 333 millones de residentes. De ellos, cerca de 20 millones provienen de países latinoamericanos y el resto de otras partes del mundo.
Once millones son inmigrantes ilegales que el presidente, en cumplimiento de su promesa de campaña, está intentando expulsar de su territorio generando innumerables conflictos diplomáticos, económicos y políticos. De hecho, los pueblos indígenas de Norteamérica consideran que ellos son los únicos que podrían ostentar el título de americanos raizales, porque fueron los primeros en poblar el continente y en crear naciones, culturas, idiomas y hasta imperios como el Azteca, el Maya y el Inca.
Pero si hablamos del desarrollo moderno y de la creación de ese gran país llamado Estados Unidos de Norteamérica, en su progreso económico, político y cultural, muchos inmigrantes de todas las naciones y todos los continentes, sienten haber aportado su grano de arena para el logro de los avances y conquistas de esta sociedad, así como de sus errores y limitaciones, que tanto han afectado la democracia y la libertad global.
La expulsión de los inmigrantes ilegales comienza a dejar un vacío y una brecha muy grande en la economía del país. Estos inmigrantes que laboran con salarios de miseria, en obras de mayores riesgos y con mayor esfuerzo físico, son verdaderos dinamizadores de la economía en momentos de estancamiento y recesión. Suprimirlos es la mayor torpeza que pueda cometer un presidente. Pero un líder de la derecha neofascista nunca cree que comete errores y menos que puede ser aconsejado por los demócratas.