Un jurado federal de Estados Unidos imputó a seis colombianos con el cargo de secuestro y asesinato de un agente de la DEA en Bogotá en junio pasado.
"Hoy tomamos un importante paso adelante, garantizando que los presuntos responsables de este asesinato sin sentido sean llevados a la justicia", dijo el fiscal General, Eric Holder, citado en un comunicado del Departamento de Justicia.
Los seis colombianos son acusados del asesinato del estadounidense James Terry Watson, un agente de la DEA en Colombia, que murió el pasado 21 de junio tras ser apuñalado en un taxi en Bogotá, cuando aparentemente era víctima de un secuestro express.
El jurado federal del distrito este del estado de Virginia (este) acusó a Gerardo Figueroa Sepulveda (38 años), Omar Valdés (27), Edgar Bello (26), Héctor López (23), Julio Gracia (30) y Andrés Oviedo-García (21), cada uno, de dos cargos por asesinato, uno de secuestro y otro de conspirar para secuestrar.
Además, imputó a otro colombiano, Wilson Peralta-Bocachica (30), por presuntamente intentar destruir las evidencias vinculadas al asesinato de Watson.
"El agente especial Watson era un valiente servidor público" y un "héroe", destacó Holder.
La Fiscalía colombiana anunció hace dos semanas del arresto de ocho personas presuntamente vinculadas con la muerte de Watson, cinco de las cuales fueron solicitadas en extradición por Estados Unidos.
Tanto las autoridades estadounidenses como las colombianas atribuyeron la muerte de Watson a un acto de la delincuencia organizada, y no a sus actividades como funcionario de la agencia antidrogas estadounidense.
El funcionario había trabajado para la DEA durante los últimos 13 años en Hawai, Puerto Rico y Afganistán. Casado recientemente con una colombiana, estaba destacado en Cartagena (800 km al norte de Bogotá) y se encontraba en esta capital en una misión temporal.
El caso es investigado por el FBI, la DEA y otras agencias estadounidenses, en cooperación cercana con las autoridades colombianas, según el comunicado.
El secuestro express es un delito muy generalizado en Bogotá, donde se le conoce como "paseo millonario".
Las víctimas usualmente son sometidas con armas blancas o de fuego, y son obligadas a extraer efectivo de distintos cajeros automáticos. En algunas ocasiones resultan agredidas, aunque generalmente son liberadas ilesas horas después de su captura.