Javier Cabrera
Hace algunos años, cuando ocupaba el cargo de director ejecutivo en un periódico regional, ingresó a mi oficina un amigo. El parecido físico con su padre era increíble, tanto así, que una vez lo entrevisté, decidí que una foto de los dos era la mejor portada para el periódico. Y así fue, la portada impactó. Resultaba sorprendente el parecido de mi amigo, Rodrigo Lara Sánchez con el inmolado Exministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla.
En esa ocasión llego con publicidad política y la decisión de aspirar al Senado de La República, lo que de igual forma me sorprendió, ya que era una aspiración enorme para su nulo recorrido político. Sin embargo, el convencimiento con que planteaba su pensamiento, la firmeza de su idea; hacer una política diferente, con la gente, con todos, con quienes desde su falta de oportunidades en realidad le necesitaban, tal y como lo propone ahora, era poco común y muy interesante.
En esa época, muchos dudaron de su futuro en política. Creían, sobre todo los políticos tradicionales, que era imposible ganar pensando así, más aún cuando él se mantenía indeclinable y convencido, como aún lo hace, afirmando que era posible hacer política, aspirar y ganar, con ideas, principios, poca plata y mucha honestidad.
Lo sorprendente, es que años más tarde, después de ese fallido primer intento por incursionar en política, decidió aspirar a la Alcaldía de Neiva, bajo los mismos fundamentos. Esta vez sus ideas tenían la fuerza de los hechos. La realidad mostrada en la anterior campaña, reafirmada su actuar político.
Su campaña a la Alcaldía de Neiva fue hecha a pulso, caminando las calles de la ciudad, con ideas, principios, valores y sin la clase política tradicional, es decir con la gente. Fue una campaña con pocos recursos económicos, sin los montones de dinero que tradicionalmente se ven; con honestidad y lo logró. Llegó a ser alcalde de Neiva con una votación histórica.
Rodrigo gobernó con transparencia, con la gente, sin odios, con todos los grupos políticos como símbolo de unidad. Demostró que se puede hacer política con ideales altruistas, sin mezquindades políticas o cuotas burocráticas, es más, sin hacer política desde el gobierno para mantener el poder; demostró que los políticos deben ser coherentes y congruentes, manteniéndose leales a principios y valores para ser líderes ejemplares y ganar.
No en vano, por su ejemplo de liderazgo y templanza, Fico lo escogió como su formula vicepresidencial.