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El alma a subasta – Fuad Gonzalo Chacón

El otro día, en medio de un zapping nocturno, me tomó por asalto la siguiente frase: “No hablamos de lo que hacemos El otro día, en medio de un zapping nocturno, me tomó por asalto la siguiente frase: “No hablamos de lo que hacemos porque lo que hacemos habla por nosotros”, un acartonado slogan para el debut televisivo de Cerro Matoso en la televisión nacional. Sin afán de menospreciar el trabajo de los acuciosos publicistas que se esforzaron en él, creo pudieron hacer algo más directo y creativo como “Déjennos explotar Córdoba hasta 2029” o “Somos los buenos, nuestros detractores mienten”. Ni modo, el comercial ya está al aire y con ello adoptaron la movida mediática que bauticé “La Estratagema Pacific Rubiales” ¿En qué consiste? Sencillo, si su multinacional minera o petrolera tiene problemas con la opinión pública lo mejor es desenfundar la chequera, girar a un par de pautas, filmar a unos niños agradeciendo por la mesiánica aparición de estas compañías en su barrio y listo. Funciona de maravilla y con una repetición constante después del reality de moda puede hacerle creer al televidente la cínica falacia de que su empresa tiene corazón. Cuando el Presidente Santos era candidato hablaba de una locomotora minera que ayudara a impulsar la economía, me pareció interesante y voté por él esperando algo completamente diferente. Imaginaba un control minucioso de estas corporaciones, un compromiso ecológico que trascendiera de la deprimente siembra de tres tristes árboles, una responsabilidad ambiental que alcanzara una simbiosis ejemplar entre progreso y naturaleza, pero no fue así. Me siento defraudado porque en su lugar suscribió una carte blanche para llevar el  alma de nuestros parajes a subasta, allí el mejor postor ganará el usufructo de las montañas que adornaron el paisaje desde tiempos inmemoriales, traerá su maquinaria para desgarrar la tierra, llevarse unos jugosos fajos de dólares de vuelta a su patria natal y dejará tras de sí un cráter estéril e inerme que habremos de llenar con toneladas de nuestras propias frustraciones. No nos dejemos engañar por los publirreportajes de Pacific Rubiales ni por los 60 hipnotizantes segundos de Cerro Matoso en el horario triple A. Las empresas no tienen un alma qué salvar ni un cuerpo qué encarcelar y por ello no le temen a nada, siempre ha sido así y por más que quieran hacernos creer lo contrario con patrocinios a la Selección Colombia o torneos benéficos de golf, no les va a funcionar. Sé que en Pacific Rubiales leerán esta columna, tal vez hagan un consejo para tratar el tema y muy seguramente me enviarán otra carta “aclaratoria” de la forma como debo pensar y escribir, tal y como lo hicieron el pasado 3 de septiembre. Con todo respeto a la Gerencia de Asuntos Estratégicos de esa compañía que firmó la última, pero no se molesten, lo más probable es que llegará al casillero “spam” de mi correo y ahí se quedará durmiendo el sueño de los justos. Obiter Dictum: Una vez develada en tu totalidad la terna para Procurador, todo apunta hacia una inminente y lagartizada reelección de Alejandro Ordóñez… Nubes de tormenta se ciernen sobre los cielos de la democracia.