La Nación
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El amor libre

Hace poco más de un mes la Corte Suprema de Estados Unidos aprobó el matrimonio homosexual como un derecho constitucional que debe ser reconocido en todos los estados. De esta manera, los Estados Unidos cierran el capítulo formal de la discriminación contra parejas del mismo sexo y abre la puerta para que la sociedad se acostumbre a aceptar una verdad histórica evidente: El amor homosexual es natural e igual de normal como el amor entre heterosexuales.
 
En Colombia posiblemente el sí formal está por llegar pues la Corte Constitucional tendrá la última palabra para decidir, después de un debate público, si las parejas del mismo sexo pueden casarse. Pero sin importar qué decida la Corte Constitucional, una cosa sí es clara, natural e irrefutable: El amor es libre. Y esto no es una cuestión de romanticismo, ni de formalismo. Supongamos que la Corte Constitucional diga que no da vía libre para reconocer en igualdad de condiciones el matrimonio homosexual, como se reconoce el matrimonio heterosexual. Pues no importa, las parejas del mismo sexo podrán seguir desarrollando su vida y su amor como les nazca. La unión libre también es un matrimonio. Lo importante no es la bendición de tal o cual institución, lo fundamental es que las parejas del mismo sexo se quieran, se amen, se cuiden de verdad y sean la mejor de las compañías.   
 
Los detractores, los perseguidores, los discriminadores de los homosexuales siguen sosteniendo una tesis absurda: El matrimonio está íntimamente relacionado con la procreación de los hijos. Es una opinión que es insostenible, que se cae a pedazos, porque no es cierta. Lo que está íntimamente relacionado con la procreación de los hijos es la relación sexual. Ahora, si en un matrimonio no se pueden tener hijos propios, porque uno de los dos es estéril, la pareja puede adoptar. Es decir, las condición de hijo en un matrimonio se adquiere por derecho propio (se es hijo mediante una relación sexual) o por un derecho adquirido (se es hijo mediante una adopción). Y para ahondar más en el debate, supongamos que en un matrimonio la pareja decide no tener hijos por el medio que sea. ¿Se puede decir que no es un matrimonio? Claro que no. Porque el matrimonio no se consuma con los hijos, se consuma sólo por el hecho de saber que dos personas decidieron unir sus vidas para amarse y cuidarse.
 
Y hay algo más absurdo en quienes discriminan a los homosexuales, en el fondo quieren que los homosexuales no se amen y es como pedir que dejen de nacer. Y eso sí es imposible.