Rodrigo Villalba Mosquera
En un país ingobernable, afectado por el clientelismo, la corrupción y actores violentos y desestabilizadores como la guerrilla, los paramilitares y el crimen organizado, se necesita de un gobierno con liderazgo fuerte.
Al presidente Duque, bien intencionado y con talante democrático, le han pasado factura por no actuar a tiempo, creando dudas de que ahí hay un timonel que puede llevar la nave a puerto seguro.
Duque quiso imponer un esquema ‘Gobierno–Congreso’ libre de ataduras burocráticas -lo que creo es bueno- donde el legislativo puede recuperar importancia y autonomía, pero no ha sido fácil por el apego de los partidos y del mismo Congreso a tener “mermelada” y también porque el gobierno fue inferior al compromiso grande de campaña, de gobernar con los mejores sin tener en cuenta su militancia política, cayendo en el afán clientelar de sus propios activos. También ha sido un ingrediente para la ingobernabilidad, que el presidente Duque no logró distinguir entre representación política y ‘mermelada’ que efectivamente está obligado a no propiciar su consumo.
Pero hoy, atendiendo el consejo de tantos asesores e influyentes medios de comunicación, el gobierno trata de hacer un giro para lograr gobernabilidad y avanzar hacia la recomposición de su equipo ministerial, con participación de algunos partidos políticos que hoy son de gobierno o independientes, caso Partido Conservador y la U, que aprovechan el desorden y siendo de gobierno, exigen un puesto en el gabinete, mientras que Cambio Radical, con Vargas Lleras a la cabeza, (independiente) está dando el paso para convertirse en partido de gobierno y acceder a un par de ministerios, con la exigencia de que en esas carteras le deben garantizar total autonomía. Pero lo que comienza mal termina mal. La legitima participación política de otros partidos en el gobierno queda desdibujada porque se hace alrededor del apoyo al trámite de la ley tributaria. El liberalismo, por su parte, ha tenido una posición más clara y consecuente, ratificando su posición independiente.
Con el anunciado remezón ministerial lo que ha dado lugar es a la rumorología, gabinetología, en donde muchos se auto promueven para ser mencionados, a ver si les cuaja y ser tenidos en cuenta. Pero me temo que no pase de ahí ese ‘deporte nacional’ de mencionar dirigentes regionales aspirando a cargos ministeriales y de partidos clientelistas creyendo que llegó su cuarto de hora.
Si Duque quiere ser consecuente con su campaña presidencial, debería escoger el camino de Claudia López (alcaldesa de Bogotá), nombrando en su gabinete a los mejores, sin importar su militancia, inclusive los de su propio partido.
El remezón ministerial anunciado ha creado desconcierto, desenfreno en el apetito burocrático de algunos partidos y confusión nuevamente de lo que es representación política Vs. mermelada.