La Nación
El apetito de poder 1 24 abril, 2024
COLUMNISTAS

El apetito de poder

Froilán Casas Ortiz

El ansia por el poder es insaciable, no conoce límites; si se tiene que negociar con el diablo se hace, el absoluto y el fin es el poder. ¡Tantas atrocidades se han cometido en el mundo por la sed del poder! No se trata solo del poder político; se trata, también del poder económico -la revista Forbes lo puede evidenciar-; del poder religioso -véanse las rivalidades al seno de las religiones, sólo que éste es más sutil y tiene el descaro de poner a Dios como escudo de sus ambiciones-; poder afectivo -¡cuánto maltrato, sobreestima y baja autoestima, son consecuencia de este flagelo!-; poder académico -¡cuántos se creen sabios y humillan a los demás, henchidos de soberbia se creen necesarios y, además, la última palabra!-  ¡Cuán pobre es el hombre, tan grande y tan pequeño! ; – poder social -¡cuántos se creen estrato mega 8 y pareciera que no caminan, levitan! ¡Pobre naturaleza humana! ¡Cuán frágil es y cuán grande se cree! Amigo lector: vea estas dos apreciaciones de grandes conocedores de la salud mental: Sigmund Freud y Alfred Adler, ambos de ascendencia judía y austríacos. El primero, maestro del sicoanálisis, afirmaba que el mayor impulso del hombre es la libido, -no cabe duda que tenía razón-. Sin embargo, su contemporáneo, Adler, sicoterapeuta famoso, afirmaba que el mayor impulso del hombre es el poder. Me quedo con Adler. Cuando de poder se trata, el hombre vende hasta la conciencia, si tiene que vender su alma al diablo, lo hace. En alto grado aparecen como sicópatas, neuróticos, como esos monstruos de la humanidad: Hitler, Mussolini, Stalin, para citar apenas a algunos. No se diga de tantos tiranos que ha tenido que padecer la humanidad. No crea que los tiranos solo se encuentran en los altos estamentos del poder político, económico, académico, físico, social o religioso: ese tirano en potencia puede estar a su lado, puede ser un lobo disfrazado de oveja. Los obsesionados por el poder, utilizan distintos camuflajes que despistan a cualquiera. No hay peor verdugo que aquel que ha sido esclavo; bueno con excepción de Nelson Mandela y Gandhi, para citar a algunos. Sí, definitivamente la humanidad ha sido bendecida por Dios, por personajes acreditados por grandes quilates de honestidad: esos son los mártires; pues el que se mete de redentor, muere crucificado. Los que viven obsesionados por el poder sufren: su sed del mismo nunca se satisface. Les pasa lo que le ocurre a aquellos que no disfrutan lo que tienen por añorar lo que no tienen. La obcecación por el poder, lleva a la persona incluso a perturbaciones mentales, hasta el paroxismo de ver enemigos en todas partes y la locura por deshacerse de ellos. Por favor, es mejor ser feliz que ser importante. Sea realista, mida sus fuerzas y propóngase ser grande con la sencillez de su vida,    ayudando a crecer a los demás. No absolutice nada, el único absoluto es Dios. Todo es pasajero, tenga sentido de las proporciones. Juéguese la vida por ideales grandes, por causas nobles y justas; no sea rastrero, no se quede con las nimiedades de su mezquindad y egoísmo. No camufle sus complejos.