La Nación
El arte de liderar 1 19 marzo, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

El arte de liderar

Por: Mario Andrés Huertas Ramos

 

Como no se puede hablar de una ciencia del liderazgo porque tampoco hay teorías que den cuenta disciplinariamente de lo que significa liderar, podemos convenir entonces que el liderar es un arte que consiste en hacer real lo ideal.

Dicho lo anterior, voy a dar unas pinceladas que nos ayuden a dar cuenta de la obra maestra que resulta influir sobre la humanidad.

Al hablar de arte se habla de pretérito, por ello Hippolyte Taine -en De l’ideal dans l’art– dice que “lo que ha expresado la historia, el arte lo resume”. De allí que siempre debamos ir al pasado para encontrar experiencias de líderes que con su ardiente llama transformaron la realidad y terminaron convirtiéndose en auténticos creadores.

En efecto, todo líder inspirado e invadido por la originalidad debe seguir su propia voz interna que no lo haga desfallecer ante sus propios demonios y frente a la inmensa mayoría que contradigan su idea. Ningún líder ha logrado influenciar copiando o imitando el legado ajeno.

Un auténtico líder es poseedor de un sello personal y es precisamente esa singularidad la que alimenta el impulso creador del artista nato. Por lo tanto, el líder imprime a su cosmos leyes propias que moldean el mundo a su antojo; liderar así se convierte en una suerte de deicidio.

Dueño de una gran idea, el líder vivirá en función de ella porque su visión ha resultado más aguda que la de sus propios críticos. De ahí que poseído por ese sueño, deba asumir con total estoicismo su causa sin que por ello se le exima de errores y fracasos. El hecho de asumir riesgos lo empuja al plano de la acción.

Lo que de inmediato nos lleva a ubicar al líder en la crisis; situación de extrema tensión donde deberá enfrentar con entero valor y confianza la marea. En medio de la tormenta,  el líder sentirá que el vértigo de la acción demandará de él actitudes inesperadas. Entre más grande la crisis, mayor será el nivel de creatividad.

Ahora bien, toda obra de arte dice algo. Luego todo líder tiene algo para decir; es ahora cuando el arte de liderar asume el desafío de materializar una idea a través de diferentes canales y de múltiples maneras.

De otro lado, todos los líderes que he estudiado se han sometido a una férrea autodisciplina de trabajo. Los burócratas trabajan lo que la jornada laboral exige, los líderes trabajan en función de lo que su obra demanda.  Su causa se explica por el esfuerzo requerido.

Poseídos por una potente personalidad los grandes temperamentos resultan, por naturaleza, sujetos a la ley del silencio tan estimuladora a su genio solitario como antipática ante el ruido de las aglomeraciones. Dicen que De Gaulle solía repetir que nunca se conseguirían hechos insignes gracias a la palabrería.

Hasta aquí un mero bosquejo de lo que llamo el arte de liderar cuyo artista también se esculpe, con la fuerza creadora, hasta dar forma a su propia escultura.