Qué triste y a la vez frustrante leer en estas páginas de LA NACIÓN casos de violencia como el de la pequeña Karol Natalia Chantre, asesinada en zona rural del municipio de La Plata, en el occidente del Huila.
La menor, de apenas 5 años de edad, fue raptada de su casa de habitación y hallada sin vida un día después. Las autoridades, con el apoyo de la comunidad de la región, encontraron su cadáver en un paraje boscoso, atado de pies y manos.
Las primeras labores de los investigadores asignados al caso arrojaron que la pequeña Karol Natalia había sido asesinada mediante el mecanismo de asfixia. La inspección al cuerpo desarrollada por el Instituto de Medicina Legal corroboró la forma en que fue atacada la pequeña Karol Natalia.
La rápida investigación permitió el fin de semana pasado y en menos de 72 horas después de reportado el crimen, la individualización, judicialización y captura del asesino, quien resultó ser un antiguo compañero sentimental de la madre de la menor.
El caso de Karol Natalia es el reflejo de esa violencia imparable contra la niñez. Por más esfuerzos que se hacen por parte del Estado y muchos otros sectores, los casos de maltrato, abusos y de violencia contra los niños y niñas no se detienen a lo largo y ancho del territorio colombiano.
Sin embargo, frente a este hecho en particular de Karol Natalia es de resaltar aspectos como la unión de la comunidad plateña para buscar a la menor tan pronto se reportó su desaparición, así como el gran esfuerzo de las autoridades para resolver este hecho y no dejarlo en la impunidad.
El comandante del Departamento de Policía Huila, el coronel Gustavo Adolfo Camargo, quien prometió que el asesino de Karol iba a ser capturado, cumplió con su palabra.