Por Gabriel Calderón Molina
Cualquiera comprende que la dinámica económica de las regiones está condicionada a la calidad y cantidad de las vías terrestres de comunicación que garanticen el transporte de los bienes y servicios desde, o hacia los distintos sectores de producción y consumo. Por eso es preocupante que una y otra vez, el sitio de Pericongo, ubicado entre Altamira y Timaná, sobre el principal eje vial de la economía del Huila, no haya recibido a lo largo de los años el tratamiento que permita evitar los riesgos que implica recorrer un trayecto cuya estructura geológica es cada día más inestable. Los recientes casos de derrumbes que han paralizado el transporte dejan ver que estamos frente a la imprevisión cuando la vía alterna por el caserío de Naranjal carece totalmente de las condiciones requeridas para garantizar una solución, así sea temporal. Peor aún, cuando los transportadores tienen que someterse a hacer el recorrido por Acevedo debido a la distancia y la calidad de la vía.
Realmente Pericongo es un problema crucial de resolver. No se puede olvidar que por allí se mueve gran parte de la economía del Huila, del Putumayo y la del Cauca que día a día se mueve más hacia este departamento a través de la carretera Isnos – Popayán. La solución que el gobierno tiene prevista es la construcción de un túnel. Posiblemente esta sea la mejor opción, ¿pero cuantos años se van requerir para darlo al servicio? ¿Sucederá lo mismo que con los demás túneles que se construyen en donde gastan 10 años en estudios y 15 en construirlos? La otra alternativa es la construcción de una variante por el Naranjal, sitio por donde pasaba el antiguo camino real y el precolombino de los Incas cuando desde el sur del país, se comunicaban con la civilización Chibcha.
De todas maneras, es el momento para que actúa el gobierno departamental en busca de acelerar una solución. Lo mismo se puede decir de quienes aspiran por el Huila llegar al Congreso en las próximas elecciones, porque de los actuales tan solo queda el recuerdo de su incapacidad de gestión para que conseguir que este departamento no fuera excluido de los recursos para el posconflicto.