La Nación
COLUMNISTAS

El colapso educativo

Reconocer que solamente el 4,8% de los profesores en Colombia tienen doctorado es un síntoma preocupante para el sector educativo, rama donde se fundamenta la esencia del desarrollo social y económico.

Es un indicador que desnuda la falta de logros representativos de desempeño en los claustros y afecta la “materia prima” que requiere el país. Se produce un efecto de cadena, arrojando resultados negativos a la hora de evaluar la competencia de muchos profesionales que, aunque tienen buenas intenciones para su formación, se quedan cortos en su ejercicio porque la oferta educativa es de muy bajo estándar.

Al igual que ocurre con otros sectores de desarrollo, como por ejemplo con la salud, la educación también requiere entrar a “cuidados intensivos” y reevaluar ese futuro de Colombia que se está forjando sin retos ambiciosos en términos de subir el nivel del profesorado, o replantear la pedagogía que se ha convertido en repetitiva y no da campo para la creatividad y la investigación.

No hay mejores pasos en el desarrollo que poder ver en la educación un conocimiento avanzado, acorde con las necesidades sociales y proponiendo innovaciones. Sin embargo, la universidad colombiana y las industrias son islas que no conjugan esfuerzos (con contadas excepciones); esa falta de proximidad dispersa los esfuerzos, mientras la industria tiene necesidades de desarrollo tecnológico por otro lado la universidad se dedica a procesos investigativos de bajo perfil y sin mayor impacto.

Algo debería hacerse y reencausar tanta fuerza humana y necesaria para sacar el país adelante. Desde el maestro de escuela rural hasta los doctores (que muchas veces llegan es a desempeñar cargos administrativos y no a cumplir su misión educativa) deberían hacer parte de una nueva concepción sobre lo que realmente necesitamos. Naturalmente, los esfuerzos son vanos si no hay una política educativa ambiciosa que supere esas barreras del ostracismo donde el profesor llega con la misma fórmula a dictarla año tras año, y en cambio encontrar el docente estimulando el enriquecimiento del conocimiento con creatividad en sus educandos.

Estar lejos de la investigación avanzada y de las patentes es un síntoma desalentador. Necesitamos aproximarnos a un auténtico desarrollo.