La Nación
El comentario de Elías 1 25 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

El comentario de Elías

Por: Jorge Guebely

 

Se debilita la democracia en el mundo y se entorpece el ascenso del ser humano. Se entorpece con el espíritu autocrático, con el trumpismo norteamericano y el bolsonarismo brasileño, con el chavismo venezolano y el uribismo colombiano. Se debilita con políticas autoritarias: con bloqueos a medios de comunicación independientes y hostigamiento a sus periodistas, con la anuencia del periodismo oficial y de la elite económica, con la privatización del Estado y la concentración del poder público. Se debilita la democracia y nada es más inhumano que los regímenes autocráticos de cualquier bandera social. Hieren la libertad ciudadana.

Débil democracia moderna. Insuficientes sus dos siglos de existencia para consolidarse, para tener vida propia. Para protegerse del conservadurismo mental, del anhelo dictatorial, de la pre-modernidad, del espíritu pre-histórico. Insuficientes para superar los diez o más milenios de mandatarios sanguinarios, de crueles reyes, de corrompidos emperadores, de monstruosos dictadores bananeros. Oprobiosos personajes, todavía estancados en el chimpancé, amantes de la fuerza bruta en vez de la racional, del salvajismo en vez de la civilización, de la verticalidad obtusa en vez de la horizontalidad creativa. Aún estacionados en el rugido, en las garras, en las dentelladas, en la carnicería salvaje. Seres provistos con la astucia de la hiena, la palabreja del loro y la fuerza del gorila. Nada en ellos presagia altura humana, atisbos de civilidad.

Ellos, los que promueven gobiernos brutales donde el más asesino se convierte en jefe; el más delincuente, en paradigma; el más sumiso, en exitoso. Donde abundan las guerras, los asesinatos, los falsos positivos, las víctimas. Donde la aristocracia procrea plebeyos, los señores generan siervos y las elites económicas engendran miserables. Por eso, los más criminales llegan al poder absoluto, ascienden a militares comprometidos en los asesinatos y tienen cómodas cárceles los delincuentes del estado cuando no alcanzan la impunidad.

Sin embargo, todos los males de la democracia se curan con más democracia según un viejo demócrata norteamericano, Alfred Emanuel Smith. Ningún otro camino político existe para desarrollar la conciencia humana, para abandonar los predios de la bestia y acercarnos al súper-hombre según Nietzsche, volver a la tierra prometida según La Biblia, alcanzar la ciudadanía mayor según Kant. Ningún otro destino puede elevarnos a una conciencia superior, al respeto real por el otro, por las personas, por los animales, por el planeta entero. Respeto por la vida.

En verdad, una democracia, más que un sistema político de gobierno, es un estadio mayor de conciencia ciudadana, un paso más a las alturas inexploradas del ser humano.