Le bastó a Marta Cecilia Andrade prescindir de cualquier moral política o religiosa, Poesía de la violencia Le bastó a Marta Cecilia Andrade prescindir de cualquier moral política o religiosa, proveerse además de una buena dosis de respeto al tema de la Violencia, para convertirlo en fuente real de poesía. Así es la percepción final al leer su poemario ‘Circulando’. Posición difícil, realidad que nos tienta frecuentemente con ideologías o sentimentalismos, los peores venenos del poema. La primera sensación es la de un lenguaje caótico. Pero sólo es juego verbal como lo afirma Luz Mary Giraldo, desafíos lingüísticos con reglas claras. Funde dos palabras para crear una tercera donde estalla una semántica fresca. El arte poético, ‘Poetricar’, pareciera proceder de ‘poesía’ y ‘despotricar’; ejercicio de errar, maldecir, atacar a través del poema. Construye formas verbales abiertamente distantes. Fuerza la lengua al error, a expresiones extrañas, originando un bello sentido poético. Recuerda el glíglico de Cortázar o los versos finales de ‘Altazor’. Convierte las palabras en ‘…signos sin signum’. Aliteraciones donde viola la gramática pero enaltece la semántica. Construye a la manera circular. El primer poema se llama ‘Apertura circular’; el siguiente, ‘Rondando’, y otro se titula ‘Circunacer’. Geometría del círculo, tan apreciada en el esoterismo, símbolo de eternidad, tan distinto en este poemario, referencia la cacofonía de la debacle. Y más allá de las formas verbales, surge el esplendor de la Violencia. El paisaje emerge pavoroso, pájaros con ruidos estruendosos viven ‘envueltos en el vacío’, órganos que tuercen su función natural: ‘cuantas bocas selladas, murmurando’. La especie se degrada, hay ‘Ventanadas de mujeres agonizantes / en soledad fría’ y ‘hombres mutilados de espíritus y cuerpos’. Lo natural pierde su función primigenia, ‘El verdor se volvió sordo’. Hay ‘cadáveres vivos sin sangre’ que ‘miran a lo oscuro’. La humanidad deambula entre ‘…rejas de silencio’ y ‘jueces mitológicos’, gira sobre su propio eje, globo ‘que aparea un siglo / de galopar siniestro’; condenada por ‘Autómatas paralizados’ que ‘…dictatoriaban / las sendas hundidas’ Poesía al revés, hundida en la muerte para buscar la vida, una versión particular de la antipoesía. Al final, se eleva para convertir la Violencia en la metáfora de ‘los bípedos caídos’, donde cada ser se fragmenta en ‘hombro-pierna / caderas-dedos / ombligo-cejas’, donde ‘todo se corroe’. Sin embargo, la vida prevalece sobre la estupidez, hay raíces de ‘árboles que quieren renacer’. Urgen los sabios para que ‘en un solo dictamen / se inicia el cafinal otrora’. La Poesía, como Pitágoras, lo sabe bien: la Violencia es el instrumento de la bestia mezquina; la sabiduría lo es del ser humano. lunpapel@gmail.com