Hay un famoso vídeo del presidente argentino Milei, donde dice: “viva la libertad carajo”. Una frase que toda la nueva derecha latinoamericana ha tomado como propia y que repiten como loros. Algunos, la referencian al caso de Venezuela, y pareciera que se habla de libertad de derechos políticos y democráticos. Evidentemente, en Venezuela hay un régimen autoritario, que ha coartado la democracia. Sin embargo, esta nueva derecha, poco se refiere a la democracia o al respeto de los derechos civiles, más bien, si fuese así no apoyarían a Bolsonaro en Brasil y sus comportamientos autoritarios, no seguirían apoyando a Trump luego de lo ocurrido a la salida del poder en su primer mandato y no apoyarían a Bukele, quien le torció el cuello a la ley para hacerse reelegir. En la realidad, está nueva derecha los siguen apoyando.
Entonces, la libertad que, supuestamente, defienden, se refiere a una libertad que favorezca a los más ricos y joda a los pobres. Esto es lo que representa el equipo económico que ha presentado la señora Dávila. Las cuatro personas que conforman su equipo político representan, muy bien, esta tendencia de hacer que los pocos ricos sean cada vez más ricos y que los muchos pobres sean cada vez más pobres. Dos de esas personas representan una tendencia política llamada libertarios, la cual se fundamenta en una participación mínima del Estado en la corrección de las desigualdades sociales y políticas.
Para este tipo de corrientes hay dos cosas fundamentales. Por un lado, creen en una reducción de impuestos grande, sobre todo, para los grandes empresarios y ricos. Reducir impuestos a grandes empresas y evitar pagar impuestos para costear subsidios a los más pobres es la apuesta. Esto en la práctica evitaría que muchos programas de gobierno que buscan sacar a millones de personas de la extrema pobreza y pobreza se puedan financiar y no haría otra cosa que hacer al pobre cada vez más pobre. Incluso, alguno de estos libertarios contempla ayudas a los pobres, pero los servicios no lo podrían prestar el Estado, sino privados, para hacerlos cada vez más ricos.
Aquí está el segundo presupuesto de esta corriente ideológica y es reducir el Estado para que cada cual a haga lo que quiera. Es decir, en un escenario de reducción de Estado, no solo se acaba su capacidad de hacer políticas de equidad, sino que reduce su capacidad de reacción para corregir desigualdades o inequidades, creado una especie de sociedad en la cual prima la política de salvase quien pueda y donde los ricos no tendrán quien los controle, será un estado salvaje legalizado. Lo de la señora Dávila es de miedo, pero, menos mal, dejo ver sus verdaderas intenciones.