Recientemente se publicó el estudio, “Forma y política de lo urbano” dirigido por Carlos A. Patiño, investigador de la Universidad Nacional, donde se analiza la magnitud y complejidad del fenómeno de la inseguridad, especialmente en ciudades grandes y medianas de nuestro país, en varias de las cuales se identificaron cerca de 300 bandas ilegales, esto debido al bajo control territorial que ejerce el Estado, soberanía que no sobrepasa el 50%, lo que ha permitido el alarmante crecimiento del delito, en especial la extorsión, fenómeno que supera con creces al del narcotráfico, además que no requiere del riesgoso “lavado”; se cita el caso de Medellín donde el 90% de los locales comerciales son extorsionados. Una de las conclusiones hace referencia a que la problemática del sector urbano es mucho más grave que el conflicto armado que se pretende solucionar con la subversión.
Este riguroso estudio permite entender lo limitado de un Acuerdo de Paz para solucionar la grave problemática nacional, por tanto debemos tener presente que la eventual firma de un acuerdo renegociado sería solamente un paso, pero en un viaje de miles de kilómetros. Superar la confusión y el caos en que estamos con ocasión del triunfo del No, parece algo lejano por las pretensiones de uno y otro bando. Esta situación se produce por la imposición de un plebiscito de manera arrogante y triunfalista por parte de un gobierno, que en ningún caso contempló la posibilidad del triunfo opositor; entonces este plebiscito innecesario, improvisado y ante todo ambiguo, no fijó pautas para el caso de un rechazo, nada se hizo sobre la naturaleza de los posibles cambios al no triunfar el Sí; por tanto la no refrendación puede implicar un nuevo acuerdo para los más radicales o sencillamente unos ligeros ajustes para los defensores del acuerdo inicial. Esta falta de condiciones previas al formular el plebiscito, está dificultando una renegociación que satisfaga a la mayor parte de los sectores en contienda.
Si bien la investigación mencionada da claridad sobre el conflicto urbano y permite entender lo poco que representa, al menos en principio, un acuerdo con la subversión frente a la construcción de una paz efectiva y sostenible en todo el territorio nacional, no plantea en su presentación general, cambios sustanciales en los aspectos socio-económicos y políticos. Lo que si se advierte es la propuesta de más intervención estatal mediante el aparato militar al estilo uribista, como ocurrió en las comunas de Medellín, asunto que solamente atenuó temporalmente su problemática, pero en la actualidad es un símbolo del fracaso de la perversa estrategia represiva para solucionar problemas sociales.
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