Las últimas semanas han estado movidas frente a la cuestión política. La reforma a la justicia le echó toda el agua sucia al Congreso, cuando este no tiene mayor responsabilidad en el asunto. Las últimas semanas han estado movidas frente a la cuestión política. La reforma a la justicia le echó toda el agua sucia al Congreso, cuando este no tiene mayor responsabilidad en el asunto. Quien impulsó la iniciativa desde el primer momento fue el Gobierno Nacional. Partía de buenas intenciones como la ampliación del periodo de los magistrados para unificar jurisprudencia y evitar que después de retirados se dedicaran a hacer política basado en sus fallos, para eso se aumentó la edad de ingresos a la magistratura a cincuenta años. La facultad de que los particulares administren justicia proviene del derecho comparado. En fin ideas nobles, aunque no se compartan. Por otro lado el deber de los congresistas es legislar, esa es su función, nos guste o no como queden las leyes, y así lo hicieron. Ahora no se les puede endilgar ningún tipo de responsabilidad penal, por la inviolabilidad del voto, pero además porque redactar normas, eliminarlas y modificarlas es su función. El otro tema ha sido la oficialización de la oposición del expresidente Uribe a Juan Manuel Santos. Todavía no he comprendido la inquina que le tiene al actual presidente, no sé si es envidia, deseo de poder, viudez de poder, anhelo de figuración, no lo sé. El señala que le duele la patria, pero hasta donde se es aportando como se construye y no destruyendo a través de las criticas, sino que lo digan los empresarios de la frontera con Venezuela quienes pueden dar fe de la debacle que significó el enfrentamiento con el presidente Hugo Chávez. A esto se le agregan las palabras soberbias de José Obdulio Gaviria, quien expresó que ellos necesitan un monigote que le haga fiel caso al expresidente Uribe, que se habían equivocado con Santos. Que falta de respeto con los precandidatos como Oscar Iván Zuluaga, quien ya rechazó cualquier apoyo de José Obdulio, Martha Lucía Ramírez y Juan Lozano, pero además nunca jamás votaría por un candidato que se dejara manipular y mangonear de otra persona, imaginémonos un presidente de ese talante, ahí si se acaba la democracia. Finalmente, el caballito de batalla ha sido el tema de la seguridad, pero según parece hace dos años el país no nos lo entregaron como dijeron, en el pasado Gobierno, ni se pudo con el Cauca, ni con Arauca, ni con Norte de Santander y el Huila sí que sufrió con la estela de la violencia, que no pudo controlar la anterior administración.