A pesar del optimismo en las acciones institucionales que buscan controlar la expansión del dengue en el Huila, poco es lo que ha podido avanzarse. Solo este año van 2.600 casos y dos personas han muerto por el agravamiento de la enfermedad.
Con bombos y platillos, acaba de ser presentada en Neiva la “Estrategia de Movilización Social Día D”, destinada, según el anuncio oficial, a reforzar la participación de la comunidad en el control de una de las enfermedades que más desafíos ha representado a autoridades sanitarias y a la ciudadanía misma en años recientes: el dengue.
La estrategia podría ser el punto de partida para lograr avanzar de manera cierta en un manejo mucho más exitoso de la enfermedad, que puede transmitirse por la picadura del aedes aegypti, un mosquito que es endémico, propio de climas cálidos y templados de la mayoría de zonas urbanas de los municipios del Huila.
El reto no es de poca monta. Este año, según cifras de la Secretaría departamental de Salud, van 2.600 casos, de los cuales fue necesario hospitalizar a 61 por dengue grave. Peor aún: se reportaron dos fallecimientos, uno en Neiva y otro en Pitalito, explicó el secretario de Salud, Carlos Daniel Mazabel.
No es la primera vez, de otra parte, que se presenta públicamente una estrategia dirigida a frenar el impacto del dengue en el departamento del Huila. Pero… ¿podría ser solo una acción nueva y aislada, sin efectos importantes como ha ocurrido en el pasado?
Estrategias
Desde hace años, se han desarrollado planes de acción en los que han corrido ríos de insecticida y publicidad de toda clase, sin que el impacto sea verdaderamente notorio. Así fue en 2011, por ejemplo, se habló de “visitar casa por casa para indicarles a los moradores sobre cómo debían limpiar sus albercas; así mismo también se adoptó un esquema de fumigación”; y en 2012 hubo “jornadas de fumigación y capacitación a la comunidad”, además de la entrega de “toldillos, químicos y material educativo para combatir el dengue”.
Según el Ministerio de Salud, desde hace doce meses en todo el país “se han destinado cerca de 13 mil millones de pesos en ayudas, que incluyen 45.000 toldillos de larga duración, 38.000 unidades de repelente tópico, 100 máquinas pesadas de fumigación e insecticidas utilizados para el control de larvas de mosquitos en sus criaderos, entre otras cosas”.
Por eso surge hoy la duda: ¿estamos ante una estrategia más? Si los planes han fallado en el pasado, ¿qué cuenta hoy para que las acciones puedan dar resultado? El médico César Alberto Polanía, ex secretario de Salud del Huila, reconoce que “los controles deben de ser continuos, y mucho más contundentes, en el compromiso de control social por la comunidad. El (insecto) transmisor tiene su ciclo de reproducción permanente, y si encuentra condiciones favorables, lo tendremos siempre aquí. De manera que no solo es el compromiso de los profesionales de la salud en la detección temprana y el tratamiento oportuno del dengue, sino que es fundamental el proceso de prevención con educación para la erradicación de los criaderos. La enfermedad siempre la vamos a tener y siempre habrá el riesgo con sus complicaciones”.
‘Graves fallas’
El actual secretario de Salud admite que ha habido fallas, y por eso confía en que los tres ejes del nuevo plan, presentado el viernes pasado, arrojen mejores respuestas.
Lo primero, explica Carlos Daniel Mazabel, “es recordarle a la gente que tenemos los criaderos en la propia casa. Una alberca puede llegar a anidar hasta a miles de mosquitos que pueden transmitir la enfermedad”. El hecho es que las campañas realizadas en el pasado no han tenido el efecto que se espera en cuanto a contención de la reproducción del mosquito. Incluso, años atrás, un estudio realizado por la universidad Surcolombiana confirmó las sospechas: muchas personas no asocian la larva en el agua como fase previa al desarrollo del futuro insecto; simplemente, les parecen animales diferentes.
La Secretaría de Salud del Huila advirtió que en más de 1.500 visitas practicadas en cada una de las comunas de Neiva fueron encontradas larvas en grandes cantidades en muchos hogares: “preocupa el índice larvario encontrado en las albercas de las comunas intervenidas”, señaló el informe correspondiente. Cualquier advertencia es poca: Neiva, esté dentro de las ciudades que en el país aporta el 58% de los casos de dengue a nivel nacional.
Esta acción pretende dar reversa a la fumigación. Hoy la erradicación del dengue “debe lograrse a través de un cambio de conducta y no con medidas de control químico”, vale decir, con fumigación.
Ni un muerto más
En segunda instancia, espera lograr que la comunidad pueda “identificar los signo de alarma” de la enfermedad. Pero en tercer término, aparece un cuello de botella en que se quedan pacientes enfermos que son diagnosticados de manera errónea y regresan al hogar con un dengue que se les agrava.
Mazabel lo confirma así: “vamos a obligar e incentivar a la comunidad prestadora de los servicios de salud a que ejecute las acciones pertinentes para lograr una adecuada prestación del servicio. Vamos a obligar al personal médico y paramédico en el Huila a que esté certificado en dengue. Para poder prestar los servicios en las áreas de Urgencias tiene que estar certificado. Solo así podemos evitar que menos personas sean hospitalizadas y sobre todo que haya cero muertes en el Huila”.
Y concluye que, efectivamente, ha “disminuido la presencia de hospitalizados pero desafortunadamente, han fallecido dos personas. Este es un indicador de mala atención en la prestación del servicio”.
La falta de adecuadas condiciones sanitarias en muchos sectores, afectados por la pobreza, facilitan la reproducción del zancudo.
¿Dengue para rato?
Mientras se trazan estas acciones, las cifras por infestación del dengue apuntan hasta ahora en otro sentido. Desde Neiva, que tiene el mayor número de casos y hasta carga con una persona muerta, hasta casi todos los municipios, el Huila muestra una radiografía de presencia masiva de la enfermedad, aún en localidades que antes no aparecían en el mapa del dengue.
Con cifras muy altas en proporción con su población, aparecen municipios como Tesalia (occidente del Huila, tasa de 2.088 casos por cien mil habitantes), Hobo (centro-oriente del Huila, tasa de 1.516 casos por cien mil habitantes) y Guadalupe (centro-sur del Huila, 1.144 casos ante la misma proporción).
Pero incluso muchos otros municipios aparecen con cifras por encima del promedio departamental, de por sí elevado. En esta lista se reportan El Agrado, Aipe, Colombia, Garzón, Íquira, La Plata, Paicol, El Pital y Rivera, sin excluir, desde luego, a la propia ciudad de Neiva.
Hasta la semana epidemiológica que termina se han reportado en el Huila 2.261 casos de dengue y 66 han ingresado o evolucionado a dengue grave. Dos personas han muerto en Neiva y Pitalito, respectivamente.
Las autoridades presentaron la que podría ser una nueva e intensa batalla contra el dengue, pero las apuestas por ahora parecen estar del lado de la enfermedad. Sin una presión intensa, continua y contundente de las acciones de prevención, no resultará sencillo para las autoridades de salud cambiar la mentalidad de solo fumigar por erradicar la causa real y directa del dengue. Además, están los problemas que enfrentan Neiva y otros municipios, donde las fallas en el abastecimiento de agua son un factor adicional para explicar por qué el mosquito transmisor de la enfermedad prospera tan fácilmente. Sin un abastecimiento constante de agua, las familias se aprovisionan y prefieren dejar de lavar albercas y tanques, como sugiere la campaña, a quedarse sin el preciado líquido.
Por eso, las acciones preventivas deben de partir del hogar y de la escuela, como lo sugirió hace años un juicioso estudio que realizaron Gladys Lozano y otros investigadores de la universidad Surcolombiana, en el sentido de partir desde los niños en acciones de control del dengue. Pero la nueva estrategia apenas comienza, y habrá que esperar sus resultados.
Los países marcados en tono oscuro tienen reportes de dengue. Las líneas localizan una especie de “límite natural” que el dengue no ha sobrepasado. El dengue es una enfermedad eminentemente tropical. Sin embargo, el cambio climático puede aumentar el riesgo en zonas más frías.