La Nación
El día de nuestra graduación 1 29 marzo, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

El día de nuestra graduación

Por: Rene Jiménez Cobos

“Hermanos, no queremos que ignoren lo que va a pasar con los que ya han muerto, para que no se pongan tristes como esos otros que no tienen esperanza” 1 Tesalonicenses 4:13-18.

Alguien dijo que hay dos citas a las cuales ninguna persona puede faltar: ¿Una es a la cita con la muerte y otra a la cita con Dios para dar cuentas de lo que hizo en esta tierra sea bueno o malo… ¿Estamos preparados?

Estar frente a la muerte nos impacta, nos asusta, pero también es un momento para reflexionar, cómo estamos según los ojos de Dios.

Cuando una persona muere deja un gran vacío en sus seres queridos quienes se han acostumbrado a estar con ella, sentir su calidez, ver su sonrisa, su amor para servir otras personas y es algo muy doloroso.

¡Cuando Lázaro, uno de los mejores amigos de Jesús murió, sus dos hermanas llenas de dolor le reprochan al Señor su muerte “si solo hubieras estado aquí mi hermano no hubiera muerto”. Posiblemente nosotros diríamos lo mismo, “si tan solo” y buscamos culpables o nos sentimos con culpabilidad.

El profeta Job fue un hombre que vivió momentos muy difíciles como la pérdida de todos sus hijos, una enfermedad terminal, la perdida de todos sus bienes. La Biblia nos narra en Job 2:10: Sin embargo, Job contestó: “¿Aceptaremos solo las cosas buenas que vienen de la mano de Dios y nunca lo malo?”. A pesar de todo, Job no dijo nada incorrecto.

La palabra de Dios enseña que la muerte es un paso de transición donde pasamos de una vida terrenal a una mejor vida celestial, desde luego si hemos aceptado a Cristo como nuestro Salvador. Jesús resucito de entre los muertos para demostrarnos que hay una mejor vida después de la muerte.

Cuando nuestro espíritu esté en la presencia de Dios, va ser el día de nuestra graduación de la escuela de la vida.

Cuando una persona muere en Cristo Jesús, podemos estar seguros que solamente se nos adelanto para ver a Dios.

El consuelo de Cristo: La vida no termina cuando nos sepultan tres metros bajo tierra; la vida en realidad apenas está comenzando porque ahora estamos en la presencia del Señor por la eternidad.

*En memoria de Stefany Reyes Cuellar.