“El Economista Camuflado” así se llama el último “bestseller” mundial, escrito por el todavía Economista Tim Harford. Un libro divertido, ameno y accesible, definitivo para comprender lo que sucede en la mente de un economista. Tim Harford es columnista del “Financial Times” y del “Slate”, también del “New York Times”. Preocupado por desentrañar los secretos de lo que acontece en la vida cotidiana, de lo que él llama “la economía de las pequeñas cosas”. Se dio a la tarea de traducir para personas normales el complejo universo de lo simple. Tal vez una persona normal no notaría nada especial en un economista – afirma Harford – pero las personas normales y las cosas sí resultan especiales a los ojos de un economista. Quizá crea usted que un economista disfruta de un pocillo de café capuchino cuando lo está tomando, no es cierto, porque él estará haciendo los cálculos imaginativos de cuanta gente participó en su confección, incluida la materia prima, de plantaciones de café, cacao, azúcar, lácteos, el precio de las importaciones, aranceles, el acarreo, bodegaje, impuestos y demás, incluye los costos de producción de la onza de café lácteo, etc, todo esto mientras él degusta la bebida aromática. Algunas veces incluye costos de arrendamiento y el número de horas que se dedicó en la capacitación de quien lo prepara y lo sirve al consumidor final ¿cuánto ganaron todas estas personas si usted todavía no ha pagado el capuchino que se toma? Bueno, incluso usted aún no sabe si tiene el dinero para pagarlo. Es más, quien se lo está preparando no tiene ni idea de todo lo sucedido. El economista le podrá decir cómo, cuanto, para qué, para quién y por qué, se produce una tasa de capuchino que usted aún no ha pagado. Les confieso que estas preguntas motivaron mi decisión de ser economista algún día. El café capuchino visto así, por ejemplo, refleja un sistema de complejidad asombroso. Puede resultar intrigante y tormentoso si usted le agrega al análisis informática, software, publicidad, mercadeo, estrategia, y tic´s. Moraleja: Aunque los economistas suelen mantener silencio cuando toman el café no deje de preguntarle sobre el particular, podría resultar interesante. Continuará…