La Nación
El Ejército siempre buscó culparnos del atentado: militar en retiro 1 28 marzo, 2024
HUILA

El Ejército siempre buscó culparnos del atentado: militar en retiro

Durante años las investigaciones del Ejército relacionadas con la explosión en el Batallón de Pitalito apuntaron a que habrían sido los mismos efectivos quienes, premeditadamente, provocaron el atentado; ahora Abel Rojas comparecerá como víctima ante la JEP, revelando extrañas anomalías en el caso.

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19 años después, la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) corroborará la verdad sobre el hecho de sangre acontecido aquel 14 de mayo del 2001 en el Batallón Magdalena de Pitalito, adscrito a la Novena Brigada.

Aunque las primeras versiones de lo sucedido se conocieron en los estrados judiciales en el 2012, el proceso no culminó ahí y ahora la JEP trata de sacar a flote todo lo relacionado con este caso.

Abel Rojas, relata para LA NACIÓN lo acontecido aquella noche, las piezas que no encajan y los infortunios que vivió pues el Ejército siempre se empeñó en culpar a los propios efectivos.

Parte de la verdad que hoy se conoce indica que el atentado fue una orden directa de Hernán Darío Velásquez Saldarriaga​, alias ‘El paisa’, comandante de la otrora ‘Columna Móvil Teófilo Forero’, debido a una confesión del propio autor material.

De todos los presentes en la unidad militar, fue Abel Rojas, quien aspiraba convertirse en suboficial, el más perjudicado: además de resultar con las lesiones físicas más graves, era también el principal sospechoso del acto violento.

“Buscaba mi pie”

En la memora de Abel perdura el olor a pólvora, un estallido, gritos y la profunda incertidumbre que lo invadía sobre ¿qué pasó?; el cuestionamiento le ha acompañado durante todo este tiempo, al igual que a sus compañeros y a sus familias.

Recuerda que su compañero de catre en la parte superior, le había alertado sobre el fuerte olor a pólvora, Rojas también se percató que, extrañamente, la puerta principal había sido cerrada con seguro, hechos que omitió y se dispuso a dormir.

Sin embargo, “aproximadamente a las 9:50 de la noche me desperté porque quería ir al baño, estaba oscuro, me senté sobre la cama buscando las sandalias con los pies para poder levantarme. Con el derecho encontré la de ese pie, pero al buscar la del izquierdo no la hallaba, estaba en esas cuando sentí todo un resplandor en el campamento. Fue impresionante. ¡Pag! Y yo quedé viendo hacia el techo. Me pregunté por mi pie, bajé la cabeza a buscarlo y ahí me desvanecí”, reseña.

Para cuando retomó la conciencia tres compañeros los llevaban caminando, se dirigían al dispensario, a 800 metros. “Entré y había mucha bulla, la gente se quejaba y yo pregunté ‘¿qué pasó?’, me di cuenta, entonces, que tenía el pie izquierdo lleno de sangre y oriné del dolor”, continuó contando.

Fue atendido y trasladado al hospital de Pitalito, luego Neiva y posteriormente a Bogotá por la complejidad de las heridas, que para ese momento aún no dimensionaba; pero, también le advirtieron que si se dormía, ya no despertaría nuevamente. Los médicos no le dieron mucha expectativa de sobrevivir: tenía quemaduras de tercer grado, lesión en el cráneo y “me decían que, por favor, no respirara por la nariz, que no tenía…”, detalló. “Yo no creía, pero cuando fui a respirar fue una sensación aterradora”, agregó.

Abel de 21 años edad para ese entonces, estuvo 25 días hospitalizado. No se miró ante el espejo en 17 de estos, e incluso atentó contra su humanidad. “Algo me dijo ‘bájese, corra y tírese por la ventana’”…. Su mayor preocupación también eran sus padres, de avanzada edad.

Mientras luchaba por recuperarse, recibió con extrañeza la noticia de que era uno de los supuestos principales responsables, por eso cuando  uniformados del Ejército acudieron al hospital pedirle la versión de lo ocurrido, no los atendió.

“Me di cuenta de que estaba tratando de inculparnos que éramos los autores y se referían en términos soeces a nosotros. Cuando fueron por la declaración mi mamá les dijo que yo no estaba para ese tipo de situaciones, que era una falta de respeto”, dijo.

“El Ejército siempre hizo ver que lo sucedido fue un acto premeditado por parte de nosotros y me vinculaban como el principal responsable, por haber estado haciendo el curso de artillería en el Batallón Tenerife”, reiteró.

Abel nació en Tarqui y ahora tiene 40 años de edad. Perdió el 90% de audición en el izquierdo y por el derecho escucha un 42%. Pasó por varias cirugías reconstructivas de diferentes partes de su cuerpo, estas le devolvieron la confianza en sí mismo; contó con acompañamiento psicológico y psiquiátrico, pero el tenue silbido en el oído izquierdo y el estrés postraumático, le recuerdan cada noche, antes de dormir, que las secuelas solo morirán cuando él ya no esté.

El caso no avanzaba hasta que la JEP se hizo cargo del mismo. Según Rojas, el Ejército no ha cumplido a cabalidad con su responsabilidad para resarcirlo como víctima del atentado.

Y le inquieta saber sobre qué argumento “el Ejército se negó a dejar ingresar a los técnicos antiexplosivos de la Fiscalía;  hoy aún no sabemos por qué razón…”.

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Panorama del alojamiento donde se encontraban los uniformados. Foto del 15 de mayo del 2001.

La voz del perpetrador

En el hecho 14 personas resultaron heridas, tres de ellos de gravedad. Uno de los ilesos fue Fabián Torres Cano, exintegrante de la otrora ‘Columna Móvil Teófilo Forero’ de las Farc-EP’ y autor material del acto terrorista.

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En portada de LA NACIÓN el entonces aspirante a suboficial, Abel Rojas. Así registró LA NACIÓN la noticia de los soldados heridos en Pitalito.

El suceso, relatado ahora por boca del propio perpetrador ocurrió de la siguiente manera.

Reseñó Fabián Torres Cano que la orden fue dada por ‘El Paisa’, Comandante de la Teófilo, y alias ‘El Mocho’. Detalló que utilizó explosivo C-4, mecha lenta, estopines y material de intendencia.

“Yo me comunicaba con ellos directamente, con alias ‘El Mocho’, por vía telefónica. El explosivo que utilicé me fue entregado por alias ‘El Lechero’ en el municipio de Pitalito; no le sé el nombre, pero él ya es fallecido, fue asesinado por orden de ‘El Mocho’ en el año 2004, más o menos”.

“Yo estaba agregado al centro de instrucción y entrenamiento como dragoneante y auxiliar de instrucción, para el momento en que llegó el curso extraordinario, empezaron a utilizar dragoneantes como centinelas de alojamiento nocturno, lo cual yo aproveché para quitar unos vidrios para tirar el explosivo en las horas de la noche. Yo me dirigí al alojamiento por la parte trasera con el explosivo, ya listo para ser detonado por medio de mecha lenta, el cual arrojé, inmediatamente se escuchó la explosión me dirigí de nuevo al alojamiento sin que nadie se diera cuenta y aprovechando la salida de todos los soldados, a tomar puesto de trinchera”.

“En este caso yo participé solo,  ya que para esa fecha estaba infiltrado dentro del Batallón como soldado regular. El alojamiento quedó destruido por la onda explosiva la cual yo la coloqué”, puntualizó.

Fabián Torres Cano fue condenado en su momento a 40 años de prisión, en el marco de la implementación del Acuerdo Final se acogió a la JEP.

Luego de conocer el testimonio, el militar en retiro solicitó la inclusión como víctima ante la JEP y próximamente estará entregando sus declaraciones; asegura que no le tiene rencor a quien casi acaba con su vida.

“Quiero conocer la verdad de por qué pasó lo que pasó, no tengo nada en contra del señor Fabián Torres Cano, pero sí, claro, uno no vuelve a ser el mismo después de un atentado”.