La Nación
El estigma por luchar contra el Coronavirus 1 28 marzo, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

El estigma por luchar contra el Coronavirus

Maritza Rocío López Vargas

 

Triste resulta ver cómo algunos trabajadores de la salud han sido víctimas de matoneo por el solo hecho de llevar un traje blanco, que los distingue como trabajadores de una entidad, siendo tratados con discriminación como si fueran personas tóxicas, transmisoras de enfermedades, olvidando que son profesionales que están dedicando su tiempo y esfuerzos, en la lucha contra la pandemia del Coronavirus.

Estas personas han pasado varias noches sin dormir, agotados físicamente y destruidos emocionalmente,  continúan la maratónica labor de seguir trabajando para salvar vidas, ayudando a desconocidos que sufren por el coronavirus. Son seres que luchan por mantener la moral en alto, conscientes que pueden contagiarse e incluso llegar a morir, pero que sin embargo, continúan yendo de manera decida a su lugar de trabajo para atender a las personas que los necesitan, haciendo un gran esfuerzo con los recursos que tienen, afrontando la crisis de salud pública y humanitaria que tienen ante sus ojos.

Los trabajadores de la salud también son hijos, padres, hermanos, cónyuges que le están poniendo el pecho a esta situación.  Paradójicamente tratados ante medios como héroes, sufren de discriminación en ciertos sitios públicos o medios de transporte que abusan  de los precios, ignorando que el riesgo no solo está en ellos, también en las calles, en las aglomeraciones irresponsables y el no acatamiento del aislamiento preventivo obligatorio, pese a saber los riesgos que se corren.

Cualquier tipo de discriminación resulta ofensiva e inmoral, trasgrede el derecho a la igualdad, menoscaba la dignidad humana, refleja el desconocimiento de las realidades que enfrentan las personas y los prejuicios de unos pocos. Ojalá ésta situación no se vuelva algo común, ni nos acostumbremos a ello.  Miremos con atención la complejidad de la situación, aprendamos a ponernos en el lugar del otro, imaginar cómo nos sentiríamos en su posición y actuar de conformidad a ello.

Somos todos de una misma raza, aunque tengamos diferentes atuendos tenemos el mismo corazón.  En este momento somos un sólo pueblo luchando por sobrevivir, debemos apoyarnos como una familia, superemos de manera más asertiva estos momentos de preocupación, miedo y ansiedad.  Nos necesitamos mutuamente, venzamos las barreras de la insensibilidad e individualismo que nos impide reconocer, valorar y respetar el esfuerzo que otros hacen por la salud y bienestar de nuestros seres queridos, amigos y de nosotros mismos.

Procuremos que nuestras acciones cotidianas trasciendan de manera positiva en la vida de los demás, hagamos de nuestra región, nuestra sociedad y  mundo entero un mejor lugar para vivir, un lugar donde se respete sin condición la vida y dignidad de todos los que nos rodean.