La Nación
Cecilia López Montaño
COLUMNISTAS OPINIÓN

El gran error de la derecha

En medio de esta campaña electoral, los sectores de ingresos altos que claramente acumulan la mayor proporción de los beneficios del desarrollo del país y que han gozado de un infinito poder, ante el desplome del centro político han cometido un error histórico: eligieron a Federico Gutiérrez como su representante en esta contienda y este resultó ser un mal candidato. Esta realidad hoy innegable los tiene en el colmo de la desesperación que los obliga a cometer actos que evidencian su profunda preocupación. Gustavo Petro que sigue liderando las encuestas no es para ese sector un contender político sino su profundo enemigo y por ello actúan de esta manera. Y es un enemigo porque sin duda sus propuestas sí quiebran la historia de beneficios de que han gozado muchos de sus representantes. La que más temen es una que sin duda Petro realizará si gana esta contienda electoral: les tocará pagar impuestos a los individuos más ricos del país que se acostumbraron a evadirlos durante décadas. Además, sus empresas que asumen todos los costos familiares también dejarán de recibir las exenciones que contribuyen a la pobreza fiscal del Estado colombiano. Pero habrá más, como la imposibilidad de compartir decisiones del gobierno de manera que no se afecten severamente sus intereses. La otra que arguyen, la expropiación de sus propiedades es imposible de implementar en una democracia.

 

Ante esos temores para ellos ampliamente justificados han debido fijarse muy bien en las características de su candidato. Partir de las cualidades de Petro y superarlo en cada una de ellas. Para solo señalar algunas: ni el que odia más a Petro niega que es una persona muy inteligente. Por consiguiente, su representación en la contienda tenía que haber sido un personaje que se destacara por esa característica.  Petro no ha hecho sino platear propuestas y dar claros indicios de cómo sería su gobierno. Algunas son las que han aterrorizado a esa élite empresarial, por ejemplo, pero su candidato debía haber hecho lo mismo, plantear claramente programas de gobierno bien elaborados que pudieran haber generado el debate necesario para poder medir a los dos candidatos en el mismo plano. Petro conoce el país, lleva años recorriéndolo y sabe de las necesidades de esa gran mayoría que ha estado al margen del desarrollo nacional. Su contrincante tenía que o bien ser reconocido en Colombia con una experiencia similar o debería haber demostrado con sus afirmaciones que le competía en ese saber fundamental para manejar a Colombia. Hoy es evidente que esas consideraciones no fueron tomadas en cuenta al elegir a Federico Gutiérrez y en medio de la desesperación se convencieron de sus argumentos en contra de Petro y no se preocuparon por escoger mejor a quinen debía derrotarlo.

Varias observaciones pueden hacerse. Primero creyeron que con dinero se tapaban esas fallas. Llenaron al país de vayas y de propaganda. Segundo, ignoraron que el grueso de esta sociedad, una clase media pequeña y muchos pobres y vulnerables, sí tiene capacidad de análisis y no se convence fácilmente. Tercero, subestimaron que Colombia está lleno de gente que se informa y que capta los errores sobre el país, como la propuesta de su candidato de acabar con las importaciones de trigo, producto imposible de producir en esos volúmenes en un país tropical como el nuestro.  Cuarto, permitieron que su candidato se concentrara en desprestigiar a Petro, como lo hace en su entrevista de Semana, lo que para muchos resulta no solo agotador sino una prueba de su desconocimiento sobre la realidad nacional.

El resultado hoy de ese tremendo error es evidente, Federico Gutiérrez se estancó y hoy compite el segundo puesto con un candidato que sorprende por sus insólitas propuestas, por su lenguaje y maneras, Rodolfo Hernández. En el fondo de la mala elección de quien debería defender los ideales de la derecha, está su profundo desprecio de sectores privilegiados por el resto de los ciudadanos, especialmente de aquellos que no pertenecen a su círculo que, para desgracia de Colombia, vive en una burbuja alejada de la realidad nacional.