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El gran Rivera Olvidado

La vida de José Eustasio Rivera presenta un episodio que en el transcurso de los años ha generado controversias que aún no terminan. Enrique Trujillo Garzón Especial LA NACION La vida de José Eustasio Rivera presenta un episodio que en el transcurso de los años ha generado controversias que aún no terminan. Es así, como se sostiene por algunos estudiosos de la obra del escritor-poeta, que fue San Mateo-hoy Rivera-, el lugar donde naciera el 19 de febrero de 1888, mientras otros ubican tal acontecer en Neiva, como tímidamente lo registra una pequeña placa, que nadie mira, colocada en la edificación donde funcionó el DAS en el centro de la ciudad. De acuerdo a la revista ‘Remebranzas’ de julio de 1993, dirigida por Orlando Rodríguez Collazos, un grupo de ciudadanos adelantó un movimiento cívico buscando que la Asamblea del departamento elevara a la categoría de Municipio el corregimiento de San Mateo,  lo que se concretó en mayo de 1943, siendo el Dr. Gustavo Salazar, el ponente de la iniciativa, quien anotara “…en mi sentir el nuevo municipio debe llevar el nombre de Rivera, por corresponder al nombre ilustre de un meritorio hijo de Neiva, o sea el poeta José Eustasio Rivera’. El médico caucano Ricardo Charria Tovar, gran amigo del poeta durante su permanencia en Bogotá, afirma en su libro ‘José Eustasio Rivera en la intimidad’, editado en marzo de 1963 “…sin recursos pecuniarios hubo de abandonar a Neiva (el padre del poeta), para trasladarse con su familia a un sitio de vida más modesta, en un pequeño campo cerca al pueblo de San Mateo, hoy Rivera, en donde transcurrieron la niñez y la adolescencia del futuro cantautor de ‘Tierra de Promisión’, lo que relieva el cambio de nombre de la población como sentido homenaje a quien se inspiró en sus bucólicos paisajes para crear hermosos sonetos…”. Ahora bien, con base en un recorte de prensa del año 1960, sin autor visible, traigo a cuento lo ocurrido al deceso del autor de La Vorágine, el primero de diciembre de 1928 en New York, para ver como un sino adverso lo persiguió hasta la tumba. El huilense Isaías Peña Gamboa, crítico literario y autor  del Manual de Literatura Latinoamericana, apunta lo siguiente: “…debiera existir un lugar de reencuentro permanente patrocinado por su país y su estado colombiano, con su pensamiento, con sus libros, con sus poemas…un centro de estudios de la cultura, en su patria chica, una casa museo donde vivió su infancia, un fondo bibliográfico especializado en su obra…”. Es de resaltar la tarea insular de a Fundación Tierra de Promisión, que desde 1988 promueve la Bienal nacional de Novela, en memoria del olvidado Rivera Salas, cuya obra cumbre La Vorágine marcó un hito en las letras colombianas.