La Nación
“El malestar social es real y no empezó con la pandemia” 1 17 abril, 2024
ENTREVISTA

“El malestar social es real y no empezó con la pandemia”

El precandidato presidencial y exgobernador de Antioquia, Sergio Fajardo, dice que el malestar ciudadano que vive el país es generalizado. En entrevista con LA NACIÓN, habla también sobre las masacres. Augura además que en 2022 se va a acabar el protagonismo de Uribe y sus seguidores.

 

Jesús Antonio Rojas Serrano

editorgeneral@lanacion.com.co

 

El exgobernador de Antioquia, Sergio Fajardo, ya empezó a dar sus primeros pasos en el camino a las elecciones presidenciales de 2022. Por estos días, se dedica a hacer un recorrido virtual por el país. Se acaba de reunir con dirigentes huilenses de diversos sectores y sus opiniones sosegadas sobre la convulsionada realidad nacional se abren paso.

En diálogo con LA NACIÓN, Fajardo dice, entre otras cosas, que el desempleo es uno de los mayores problemas que enfrenta hoy el país.

Habla también sobre las masacres, el narcotráfico y las disidencias de las Farc que cada día copan más territorios.

Fajardo augura además que en 2022 se va a acabar el protagonismo del expresidente Álvaro Uribe y sus seguidores.

 

¿Cómo ve hoy al país?

Convulsionado en múltiples dimensiones. En primera instancia, hay un tema central en nuestra sociedad y es el desempleo. Los niveles de desocupación hoy en Colombia están por encima de cualquier país de América Latina; en la Ocde somos los que tenemos las mayores cifras de desempleados; en las ciudades capitales el desempleo bordea el 25%; el desempleo en jóvenes y mujeres está en un 30%; Neiva, por ejemplo, tiene unas cifras de desempleo altísimas. Este es un tema de una implicación social muy grande, que nos va a requerir un esfuerzo gigantesco, empezando por programas de empleo de emergencia, los cuales han estado demorados por parte del Gobierno. La otra preocupación es el descontento social grande que hay en el país. En Colombia, hay un malestar, una molestia, una indignación profunda, que ya se había expresado desde noviembre del año pasado. Y los elementos que han hecho parte de ese malestar son la corrupción y las desigualdades sociales empeoradas con las cifras de pobreza y desempleo. Este es un conflicto social que merece una atención profunda y de mucha sabiduría para que no se convierta en violencia.

 

A juicio suyo, ¿El malestar social en el país es real?

No tengo la menor duda de que es real y no empezó con la pandemia, viene desde antes. No tengo duda en afirmar que tiene que ver con amplios sectores de la sociedad. Es un malestar que no tiene que ver con un grupo en particular, con un proyecto ideológico. Es un malestar ciudadano generalizado. Lo vi perfectamente en las elecciones de 2018 cuando pudimos caminar y recorrer el país. Ha venido creciendo y hay que ponerle mucha atención.

 

¿Cómo hacerle frente al desempleo en las regiones?

Es necesaria una intervención decidida del Estado. Llegar con recursos y acompañar a la gente que está sufriendo en el mundo de la informalidad. Hay que apoyar decididamente a las micro, pequeñas y medianas empresas para proteger el empleo y el aparato productivo. Hay que apostarle al desarrollo ambiental y rural. Se requiere una decisión muy grande y atrevida del Gobierno Nacional que, hasta el momento, no ha tenido. Yo creo que ha sido muy flojo y el problema sigue creciendo.

 

Otro problema grave hoy: las masacres que asoman al país a su pasado más oscuro, ¿Cómo frenarlas?

Hay unos sitios que están identificados en Colombia porque son frágiles por la no presencia del Estado. Y me refiero a la presencia del Estado no solo con la fuerza pública sino con elementos muy básicos del desarrollo social de las comunidades. Esos sitios están identificados y requiere volcarse a esos territorios como Nariño, Cauca, por ejemplo. En estas regiones se sabe la naturaleza del problema. El Estado debe volcarse a atender sus dificultades y promover la participación de las comunidades. Necesitamos proteger a nuestros líderes. Se requiere una acción coordinada y decidida del Estado colombiano.

 

Algunas de estas masacres, el Gobierno las está atribuyendo al narcotráfico y su respuesta son las fumigaciones aéreas, ¿Qué opina?

Por supuesto, que algunas de estas masacres tienen que ver con el narcotráfico y el poder violento de disidencias, clanes y bandas criminales. Sin embargo, yo no creo que la fumigación con glifosato vaya a resolver el problema. El problema de las masacres y de violencia en el país no se resuelve con glifosato; se resuelve con la intervención del Estado.

 

Las disidencias de las Farc cobran fuerza cada día más. En el municipio de Algeciras, por ejemplo, la Defensoría del Pueblo habla de cuatro estructuras ilegalmente armadas, ¿Cómo enfrentarlas?

Con Estado. Hay que entender el problema. Se sabe dónde están. Pero, quiero ser reiterativo: por supuesto con la fuerza pública para enfrentar unos poderes criminales, pero también entendiendo todo el contexto del desarrollo de las comunidades. Esa es una tarea del Estado. El país tiene una fuerza pública que avanzó en su capacidad para enfrentar a las guerrillas y la criminalidad y esa capacidad se tiene que utilizar con todas estas disidencias.

 

¿En qué momento va a parar todo este espiral de violencia que enfrenta el país?

Tiene que haber una reacción de Gobierno Nacional, articulada con los Gobiernos Departamentales y Municipales, pero el Gobierno Nacional es el que tiene la mayor capacidad para enfrentar un problema muy difícil. Tiene que haber una decisión política para asumir el problema y enfrentarlo.

 

En medio de la pandemia y la crisis en seguridad que vive el país, muchos ya miran el 2022, año de elecciones presidenciales, ¿Qué panorama vislumbra?

Yo creo que Colombia ya está lista para tener la conducción del Gobierno Nacional en manos de un proyecto político alternativo, por fuera de las estructuras políticas tradicionales. No tengo duda acerca de eso. Lo que estamos viendo es una ciudadanía cada vez más consciente, inconforme por la forma en que se está conduciendo el Gobierno Nacional. Se va a acabar el protagonismo político alrededor del expresidente Álvaro Uribe y sus seguidores. ¿Cómo puede ser esa expresión política alternativa? Yo pienso que tiene que ser una convergencia de diferentes sectores que estén por fuera de los extremos para cuidar a Colombia, para ponerle una base ética a nuestra sociedad y para apostarle al desarrollo del país. Necesitamos, por ejemplo, hacer de la seguridad alimentaria un proyecto estratégico de Colombia, luchar contra el cambio climático y apostarle a la educación. Ese es el terreno a donde nos tenemos que mover, una convergencia para construir y salirnos de los extremos que siempre van a terminar en una confrontación que polariza, que divide el mundo entre amigos y enemigos.

 

¿Está seguro que el uribismo no va poder mantener el poder?

Sí. Ha tenido el poder durante mucho tiempo y estamos en política. Las sociedades aprenden y se transforman. Yo creo que para el 2022, habrá un cambio, sin duda.

 

¿Usted qué le está proponiendo a los colombianos?

Estamos trabajando a pesar de estar en el marco de una pandemia y de la tragedia social que tenemos en Colombia. De hecho, hemos trabajado en temas como la propuesta que hicimos para que estudiantes de la educación superior no se retiren por razones económicas; vamos a presentar una propuesta de empleo de emergencia porque no nos podemos olvidar de todo lo que está pasando. Hay mucha gente que está hablando del 2022, pero todavía tenemos un camino por recorrer y hay que ponerle mucha atención al dolor que tiene Colombia. Hemos estado recorriendo el país por medios digitales, escuchando. Habitualmente, los políticos predican pero no escuchan y hay que escuchar y hemos escuchado diferentes sectores con diversas miradas para construir una verdadera propuesta de desarrollo regional en cada departamento del país. El objetivo es consolidar una verdadera propuesta. Al mismo tiempo, estamos aportando para que nos entendamos y no nos convirtamos en parte de la polarización. Yo repito una frase a menudo: podemos ser diferentes sin ser enemigos. No podemos tomar parte de la confrontación, del lenguaje de rabia, de mentiras, de fake news. Eso es muy dañino y muy costoso. Si nos quedamos ahí, Colombia no avanzará nunca.

 

Usted acaba de tener encuentros virtuales con dirigentes huilenses, ¿Cómo le fue? ¿Qué preocupaciones hay en la región?

Yo siempre he dicho que el Huila es uno de esos secretos que no hemos descubierto; luchar contra la violencia es la oportunidad para descubrir esa riqueza extraordinaria de la naturaleza que tiene este departamento. Huila es hoy el departamento cafetero más importante de nuestro país; ha demostrado la capacidad para producir cafés especiales, una forma para que el Huila pueda hacer parte fundamental del desarrollo rural de Colombia, incluyendo los temas turísticos. Hay un reclamo permanente en torno a la infraestructura vial y el problema de desconexión que tiene la región con el Sur. El Huila tiene un potencial gigantesco y necesita la acción coordinada del Gobierno Nacional.

 

En redes sociales lo tildan a usted de “tibio”, de no adoptar posiciones concretas frente a un tema, ¿Ha buscado desprenderse de esa imagen?

Para mí, no es problema que me digan tibio porque respeto a las personas, porque no insulto al que es diferente a mí, porque no hago de la agresión una forma de la política. Que me llamen tibio no significa nada ni me mortifica un solo segundo. Nosotros necesitamos rescatar el respeto, el reconocimiento, la empatía y apostarle a la inteligencia y la capacidad de la gente. Solo así vamos a construir la paz en nuestro país. Yo no tengo un problema que me digan eso ni me tengo que quitar nada. Nosotros sabemos construir y yo le he hecho. He sido Alcalde y Gobernador y hemos demostrado cómo se construye región. Yo no estoy en esa confrontación, ni voy a caer en el juego de las trampas, ni salir a decir mentiras del otro, ni insultar al otro para llamar la atención. Yo no creo que eso sea valentía. La valentía es apostarle a la decencia, a la inteligencia, a la capacidad, a perseverar sin dejarse atrapar en confrontaciones que solo hacen daño a un país.

 

¿Con qué tanta frecuencia consulta redes sociales?

Yo no leo agresiones. No le pongo atención a insultos y nunca lo hago. Yo vivo bajo una premisa: trata a las demás personas, como quisiera que te trataran a ti. Yo creo en esa forma de vivir y creo que es lo que necesita Colombia. Por supuesto, nosotros tenemos un equipo de redes sociales y estamos participando transmitiendo nuestro mensaje, pero siempre en un espacio de construcción y de decencia. No me van a ver a mí insultándome con otro para generar titulares.

 

Una pregunta más, ¿Qué sigue pensando sobre la corrupción?

Es tarea fundamental de nuestro país. Si no enfrentamos la corrupción de manera decidida, no habrá transformación social en nuestro país. Todas las encuestas señalan la corrupción como uno de los principales problemas que ve la gente por todo nuestro territorio. Y tenemos que enfrentarla porque eso está asociado con la confianza de la ciudadanía en las instituciones y en los líderes. Si no hay confianza, no hay transformación. Tenemos que reflexionar muy bien cómo enfrentar toda esa corrupción en las diferentes áreas.

 

¿Cuál es su mensaje para los huilenses?

No olvidemos que estamos en una pandemia y cada uno de nosotros debemos tener la responsabilidad de cuidarnos. Quiero aprovechar para invitar a la comunidad del Huila a que le apostemos a hacer la transformación que necesita Colombia, por una política que luche contra la corrupción y que le apueste a la inteligencia y a la capacidad sobre nuestro territorio. En el Huila, saben muy bien los costos de la violencia y no podemos retroceder. Tenemos que seguir profundizando en la construcción de la paz, que vaya más allá de los acuerdos.