La Nación
El mediocre quiere siempre la igualdad 1 29 marzo, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

El mediocre quiere siempre la igualdad

La calidad exige calificar por arriba; si el tope es cinco, esa es la referencia de calificación; en este caso el uno no es el referente de la misma. Vivimos la cultura de la mediocridad, se alaba la “viveza” del que logró sus objetivos a base de engaño y mentira. El vivo vive del bobo, se afirma olímpicamente.  Tenemos un Estado asistencialista que favorece la pereza; un Estado que no promueve el trabajo productivo; un Estado benefactor que ha impulsado la holgazanería. Invitaría a los estudiantes de economía y a las universidades que tienen esta carrera profesional que impulsaran investigaciones sobre los resultados a lo largo de las tres últimas décadas, de las políticas asistencialistas de los últimos gobiernos. Se ha combatido la pobreza con base en proyectos de ingentes ayudas para salir de la pobreza. Y ¿cuáles son los resultados? Por favor, ¿los índices de pobreza han disminuido? Un ejemplo de asistencialismo, un país relativamente cercano a nosotros, Haití. Fue el primer país de Latinoamérica que declaró su independencia, incluso nuestro libertador, Simón Bolívar visitó al presidente Alexandre Pétion en 1812, para pedir su apoyo en favor de la independencia de su patria. Son más de doscientos años de Independencia.

Sin embargo, hoy Haití es el país más pobre de América y casi el país más pobre del mundo. Si analizamos la historia de este sufrido país, ha tenido a lo largo de su historia ayuda sin límites de diferentes países. A pesar de todo, la pobreza sigue galopante. El esquema cultural de: lo que nada nos cuesta hagámoslo fiesta, sí que reina aquí y en tantos países del llamado “tercer mundo”. Cuando no nos enseñan el “evangelio del trabajo” que reza: “Ganarás el pan con el sudor de tu frente”, seguiremos siempre esperando de los demás; seremos plañideras que justificamos nuestra miseria, culpando a los otros. El secreto de la prosperidad de los países desarrollados es el trabajo productivo. La Europa de la posguerra salió de la miseria en menos de dos décadas, gracias a las políticas de emprendimiento y como el ave fénix, salieron de las cenizas de la miseria a posicionarse en el mundo de la productividad con índices económicos, incluso por encima de los países vencedores. ¿El secreto? El trabajo productivo. La pereza la combate el libro Santo: “El que no quiere trabajar que tampoco coma”, nos dice San Pablo. El Estado debe apoyar al pequeño y mediano productor para que produzca más y con mayor calidad y compita en el mundo globalizado. Sin calidad, nos excluyen del mercado.

Por favor, dejémonos de lamentarnos de nuestro pasado, -que, al fin y al cabo, nosotros lo construimos- y, lancémonos a un futuro que será fruto de la disciplina y la constancia. Por favor, acabemos con el discurso, tan trillado, por cierto, de acusar a los otros por nuestras desgracias. Por favor, no lloremos por la leche derramada. Aprendamos de los errores para no repetirlos.