El nacimiento de la nueva humanidad

“Era una noche con luna nueva, una noche clara, una noche en la que sentía como mi útero se activaba lentamente, sentía cada ola uterina más fuerte que la anterior y después de cada ola uterina sentía el descanso y la paz, como una ráfaga de amor y mientras mi cuerpo se movía, tú aún en mi vientre también lo hacías, una danza maravillosa que no cesaba. Poco a poco las olas uterinas se acercaban una de otra. No era consciente del tiempo, no estaba muy segura del espacio donde estaba, en un punto sentí que ya no podría más, que mi cuerpo no podría continuar y en ese momento cuando mi mente amenaza con interferir, cuando dudaba de poder parir, en ese momento la mirada de mi pareja, su abrazo y sus besos me hicieron recordar que era una mujer poderosa y entonces me entregué…me entregué a la vida, a dar vida, al universo, a la luz y minutos más tarde, te tenía en mi pecho, habías nacido y buscabas mi mirada, buscabas un puerto seguro y buscabas continuar con el vínculo que se había iniciado 9 meses antes, ya no nos unía un cordón umbilical visible, pero seguíamos conectados de corazón y por eso era tan importante para mi y para ti que estuviéramos juntos, sentirnos cerca, que escucharas mi corazón, mi respiración, mi voz y poderte alimentar, ofrecerte mi amor como alimento para tu cuerpo y tu alma, ofrecerte mi pechos como refugio de tu cuerpo…” El párrafo anterior corresponde a un fragmento de una historia real de nacimiento que acompañamos de forma respetuosa en una institución de salud de la ciudad, una historia real, pero desafortunadamente, una historia poco frecuente en nuestro medio.

Creo que no lo hemos olvidado, somos cuerpo, mente y consciencia y sin embargo para un proceso vital tan importante como lo es el nacimiento, hoy en día tenemos un acompañamiento meramente biológico,  ignoramos el papel que juega nuestra mente y nuestra consciencia a la hora de nacer, Michel Odent Obstetra francés ya lo decía…”Para cambiar el mundo debemos cambiar la forma de nacer” y así lo creo, desde lo más profundo de mi corazón, con cada nacimiento gentil, con cada nacimiento amoroso estamos naciendo como madres y padres de la nueva humanidad, estamos despertando y observando el sol y la luna y la naturaleza que nos rodea, estamos cambiando el miedo por amor, estamos aprendiendo de empatía y  compasión. Y nuestros hijos nacen despiertos y con la capacidad de amar, de sentirse uno con la humanidad, con la naturaleza, con el universo mismo.

Cada vez somos más mujeres y hombres que nos declaramos como guardianes de nacimientos amorosos y desde allí, desde esa misión de corazón seguiremos hablando sobre los derechos de las mujeres gestantes y de los recién nacidos, seguiremos invitando a cambiar la forma como se nace en Colombia, seguiremos buscando herramientas como el plan de parto para devolverle el protagonismo a las mujeres gestantes, para que  cada mujer sea vista y tratada como una diosa que está manifestando vida, manifestando amor, pues la mujer lleva en su vientre a la humanidad entera.

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