La Nación
COLUMNISTAS

El país seguirá igual

Durante la segunda guerra mundial fue tanto el repudio que inspiraba un personaje tan siniestro como Hitler, que Estados Unidos e Inglaterra enemigos irreconciliables con Rusia, unieron sus fuerzas para derrotar el régimen nazi. En nuestro medio y guardando las proporciones tenemos el caso de Laureano Gómez, político radical y apasionado que logró incrementar el fervor liberal en su contra, a tal punto que en las elecciones de 1974, Álvaro Gómez hijo del anterior sufrió, de maneara injusta, la mayor derrota ocasionada por el liberalismo al conservatismo.

En la última contienda electoral se impuso el rechazo a Uribe sobre el odio a la guerrilla, no solamente por los diferentes cuestionamientos sino también por su estilo punitivo y discurso agresivo; esta estrategia logra bastantes adeptos apasionados pero también muchos enemigos, y en el momento de escoger entre dos males, se escogerá el menos perverso. Para la victoria de Santos fue muy importante el apoyo de los sectores de izquierda, organizaciones sociales y sindicatos de trabajadores, quienes argumentaron el apoyo al proceso de paz, pero lo cierto es que subyacía una razón poderosa y era el temor a un régimen derechista más riguroso que el anterior; sobre los efectos de la firma de un acuerdo de paz algunos sectores son optimistas, otros tienen sus dudas.

La euforia del triunfo ha obnubilado el verdadero fundamento ideológico del presidente ratificado y de manera ingenua e ilusa algunos aliados están creyendo que una vez se firme la paz, van a producirse reformas estructurales de tal forma que el país transitará hacia un régimen social demócrata o de la Tercera Vía. Santos no tiene para exhibir medida radical alguna contra los males sociales; no ha eliminado el monopolio privado en los servicios de salud, no ha limitado los sueldos astronómicos ni efectuado una reforma fiscal progresiva para detener la concentración de ingresos, ha favorecido el crecimiento del trabajo inestable, la informalidad y el rebusque, lo que implica más pobreza; además, este mandatario ha manifestado que nuestro modelo político y social no está en discusión.

Una posibilidad favorable para las mayorías sería que los sectores de la izquierda democrática, desligados de toda forma de violencia y los de tendencia social demócrata dejen el caudillismo, para que se unifiquen en torno a propuestas, y además que aumente la presión popular en procura de verdaderos cambios en base a la protesta organizada, de lo contrario todo va a continuar igual, o peor.

*rodovaldi@hotmail.com